martes, 28 de noviembre de 2017

Sor Juana (2ª parte): más allá de la razón

Ilustración de Cintia Bolio
Si bien –como vimos en el post anterior– Sor Juana tuvo sus diferencias y conflictos con la autoridad eclesiástica de la época, el siglo XVII no impidió que la monja jerónima fuera una de las mentes más brillantes de Nueva España.


Sor Juana escribe por medio de versos: usa la poesía como un arte creativa que le permite decir lo que quiere expresar sin tener que afirmar verdades o falsedades o postular un punto de vista específico. ¿Por qué? Al ser una mera expresión artística, la poesía se volvió el arma de doble filo con la que Sor Juana pudo justificar la inocencia de sus versos y expresarse a voluntad. Sin embargo, su pluma no se embelesa en escribir únicamente arte –aunque no cabe duda que la belleza de sus versos parecería decir otra cosa–, sino que la Décima musa proyecta en su escritura un intelecto avasallador no solamente por su saber enciclopédico, sino por la propuesta que transmite.

Lírica personal: lo humano del amor

"La monja", Jorge Sánchez Hernández
El arte permite expresar aquello que las palabras no alcanzan a decir, por eso la poesía –aunque utiliza el lenguaje– está plagada de figuras retóricas que le brindan un mayor alcance. Sor Juana sabía esto a la perfección y dominaba la escritura lírica. Quizás el hecho de que la mayor parte de su obra esté escrita a modo de verso –y cuidando rigurosamente la métrica (la cantidad de sílabas)– hace que sus escritos sean pesados y difíciles para los que no estamos acostumbrados a leer poesía, sin embargo la capacidad y el talento de la monja son dignos de admiración. En su vida religiosa intelectual escribió un sinnúmero de versos que exhiben la variedad de temas y personajes que desde pequeña fue descubriendo por su incesante curiosidad y amor por el saber. Aunque muchos temas son recurrentes en su obra, me gustaría adentrarme un poco en uno: el amor.
Cuando se lee la poesía de Sor Juana, no hay forma de no perderse en sus letras e identificar sentimientos tan propios y profundos como todo aquello que el amor mismo despierta. Debido a los versos tan hondos que escribió, se ha cuestionado muchas veces por el objeto del amor que la inspiró. La discusión ha tenido múltiples hipótesis –que no se ahondarán en este escrito–, pero queda claro que fuese un amor profano o el más puro símbolo del amor cristiano, los versos de Sor Juana ponen en palabras aquello que el ser humano experimenta y tan pocas veces puede expresar.

Sor Juana describe al amor como una suerte de combinación de libertad y fatalidad. Uno es libre de amar y ser amado, pero los laberintos que crea el amar a alguien (los celos, la libertad misma que impide comprender al otro, la falta de reciprocidad, etcétera) parecen tornarlo hasta cierto punto un tormento fatal. ¿Quién, que haya estado enamorado, no ha sentido esta variedad de emociones? La Décima musa logra expresar con sus versos eso que no comprendemos. Por un lado, se da cuenta de que el amor exhibe continuamente lo irracional que hay en el ser humano (84):
“Ya sufrida, ya irritada,
con contrarias penas lucho:
que por él sufriré mucho,
y con él sufriré nada.
No sé en qué lógica cabe
el que tal cuestión se pruebe:
que por él lo grave es leve,
y con él lo leve es grave.”

El amor parecería una enfermedad que conlleva irracionalidad, que lleva al ser humano a los actos más incomprensibles y a su vez los más puros y verdaderos. Parece ser algo que alivia pesares, pues al concentrarse en lo que se ama, se elimina el mundo exterior. Nada importa más que él. ¿Por qué? Porque el amor también es contrariedad: aunque el deseo no siempre es correspondido, amar parece muchas veces suficiente, pues al que verdaderamente ama no le importa no ser amado; sino que a pesar de que la pasión lo atormente, le basta el pensamiento porque el amor es esa entrega absoluta.

La poesía personal de la jerónima es imperdible y aunque es amplísima, bastan unos cuantos versos para adentrarse en ella y despertar toda clase de sentimientos en uno mismo, justo porque logró expresar cosas tan íntimas y profundas que competen a todo ser humano. Además, todas estas ideas sobre el amor, su contrariedad y su irracionalidad permiten ver en Sor Juana una continua exhibición de lo irracional que tiene esencialmente todo lo humano.

Primero sueño
Se ha dicho muchas veces que toda la obra de Sor Juana está cargada de su saber, de sentimientos, de cultura y de una riqueza impresionante. Pero tal vez el escrito que mejor exhibe su propia propuesta es aquel que, según ella misma narra en su Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, es lo único que por gusto propio escribió: su Primero sueño.

"El despertar del sueño", Jorge Sánchez Hdz.

Escrito en 1692, el Primero sueño es un poema filosófico –estrictamente, una silva: un poema cuya totalidad de versos son endecasílabos o heptasílabos (de 11 o 7 sílabas cada uno)– que narra el viaje del alma durante el sueño. A lo largo del poema –así como en el resto de su obra– se hace notar la amplia gama de conocimientos de su autora especialmente sobre teorías filosóficas y mitología. Cabe decir también que puede verse de nuevo una idea constante que la monja expone en toda su obra: el intelecto y el sueño son comunes a todos los humanos; es decir que no son propias únicamente de algunos, sino que cualquier ser humano.

Es indiscutible que lo que Sor Juana hace, al menos en su Primero sueño, es filosofía porque se cuestiona una y otra vez por el ser, la causa primera de todo cuanto existe, el intelecto humano, la comprensión y sus límites… En el poema, la jerónima exhibe nuevamente esa importancia de lo irracional en lo humano. En los versos, retrata de un bellísimo modo cómo en el sueño se puede ir más allá de la razón. Como ella bien supo a lo largo de toda su vida, el entendimiento humano es limitado y por más que se busquen no se encuentran respuestas a todas las preguntas, siempre hay algo que queda sin resolverse. Por eso, lo racional del pensamiento no basta para alcanzar la comprensión absoluta, sino que se requiere también de lo irracional –de aquello que está más allá de la razón–. En el poema, el sueño es comparado con la muerte porque es el momento en el que el alma se separa más del cuerpo, el sueño es una “muerte temporal”. Cuando uno duerme, los sentidos se suspenden hasta cierto grado y las ataduras corporales y externas se disuelven. En el sueño, el alma se las ingenia para mostrar cosas que no son visibles en la vigilia. Esto podría parecer incoherente, pero pensándolo mejor ¿quién no ha soñado con cosas que resultan imposibles en la vida real (como volar, teletransportarse en segundos, etc.)?

Sor Juana da cuenta de que el sueño permite contemplar lo inmaterial, que el alma separada del cuerpo puede elevarse hasta vislumbrar aquello que no se le muestra cuando está ligada a él. Sin duda, en esta idea puede verse una alusión al mito de la caverna de Platón, a cómo las cosas son vistas de cierto modo y solamente al desprenderse de lo corporal puede uno verlas en su forma verdadera. Sin embargo –justo como sucede en el mito platónico–, al contemplar tan amplia y estruendosa realidad, hay un impacto, una luz cegadora que nubla la vista e impide comprender aquello que se ve. El conocimiento, lo racional, no basta para entender lo que el sueño permite ver. Quizá por eso no entendemos nuestros sueños, no podemos encontrarles lógica y los olvidamos al poco tiempo de despertar. La monja se da cuenta de que el pensamiento humano, si bien puede mucho, necesita también de lo ilógico, de eso que se muestra al inconsciente en el sueño.

Indudablemente aunque técnicamente no fue mexicana –por haber existido antes de la Independencia–, Sor Juana y toda su creación son de una riqueza descomunal para nuestro país. Aun así, podemos estar orgullosos de su espíritu rebelde que no perdió oportunidad para defender sus ideas y hacerlo de un modo bellísimo. De hecho, tras la condena y critica a sus escritos, Sor Juana firma un último documento y se califica a sí misma como “Yo, la peor del mundo”.
López PortilloMEstampas de Juana Ynés de la Cruz, la peorMéxicoBruguera1979
Quizá es la peor a ojos de muchos, o tal vez lo fue según ella, porque un espíritu tan transgresor, tan innovador y tan despierto en una época donde “era mejor” mantener los ojos cerrados era demasiado. No por nada es aún lo que es. En un momento de la película (Yo, la peor de todas), el personaje de la Condesa de Paredes describe a Sor Juana como “más poeta que monja, más monja que mujer”. Sin duda –y con el riesgo de sonar atrevida– cambiaría la sentencia para que se acercara mucho más a todo lo que fue Sor Juana Inés de la Cruz. Con un intelecto avasallador que quebrantó paradigmas en su época y fue más allá de la razón, con un atrevimiento que puso en tela de juicio las costumbres y se cultivó a más no poder y con un talento que exaltó la naturaleza humana y que la llevó a ser –hasta el día de hoy– una de las mentes femeninas más importantes de Latinoamérica, no me cabría duda de que Sor Juana fue más atrevida que sosegada, más filósofa que poeta e, indudablemente, más humana que mujer.

Top imperdibles de Sor Juana
5. Amor es más laberinto (1689): Es una comedia escrita en verso donde Sor Juana recupera el mito griego de Teseo y el minotauro para dar cuenta del amor, de lo que es capaz y de “los laberintos” y las contrariedades que conlleva. Por medio del héroe griego se acentúa la importancia del valor sobre la nobleza. Parece ser una réplica de Los empeños de una casa pero en el ambiente de la mitología griega.

4. Los empeños de una casa (1683): En esta comedia, también escrita en verso, Sor Juana plantea lo complicado que puede tornarse el amar y no ser correspondido. Es una historia que habla de múltiples enredos amorosos a través de confusión e intriga, sin olvidar en múltiples ocasiones su rasgo cómico. Lo impactante de la obra es que, debido a la temática y la forma en la que la retrata, se considera una pieza cumbre de la literatura de la Nueva España. La comedia aún es representada por compañías teatrales.

3. Lírica personal: La poesía de Sor Juana es amplísima y cubre una amplia variedad de temas, está compilada en varios volúmenes y por ello sus poemas están numerados –lo que facilita su localización en libros e internet–. A continuación se presenta una selección con sus respectivos números (entre paréntesis) dentro de la obra de la Décima musa.

"Profesión casuídica", Jorge Sánchez Hdz.
7. (92): La famosa redondilla que comienza con “Hombres que acusáis a la mujer sin razón…” donde se muestra la contradicción de lo que el hombre exige de la mujer con lo que causa en ella.
6. (146): Soneto donde la monja muestra su preocupación por lo que vale la pena frente a lo efímero de las riquezas, las bellezas y las vanidades.
5. (6): Poema sobre el amor y la muerte. Ilustra el dolor que causa la muerte de un ser amado, la eternidad del amor y la pesadumbre en la que se convierte la vida tras la pérdida.
4. (4): Muestra al amor como una entrega total e incondicional que no exige nada del otro, como algo que no obedece a la razón y no entiende de ella.
3. (56): Habla sobre el deseo humano de amar, a pesar de que implique un dolor y sufrimiento tan parecido a la muerte.
2. (2): Poema que gira en torno a la oposición como parte de la vida y que exalta el saber vivir como aquello que realmente vale frente al discurso y a la ciencia que amplían el conocimiento y restan tiempo de vida.
1. (84): Poema que refleja la contradicción y la irracionalidad del amor y sus efectos.



2. Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (1691): Carta en la que Sor Juana expresa su deseo y pasión innatos por el conocimiento. Es una especie de autobiografía en la que además se defiende el derecho de todo ser humano de entregarse al saber y no dejar de cuestionarse. Al no estar escrita en verso, es quizá la obra más accesible para el lector del siglo XXI.

1. Primero sueño (1692): Poema filosófico en el que se exhibe el sueño como una instancia que le permite al ser humano ir más allá de la razón y vislumbrar cosas que no son perceptibles por el cuerpo y el simple intelecto.

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