martes, 12 de diciembre de 2017

La posada mexicana: mezcla de tradiciones

"El Totonacapan", de Teodoro Cano
A pesar de que la tradición religiosa llegó a México por medio de la Conquista española, las posadas son fiestas originadas en territorio mexicano que han adquirido un tono muy particular y se celebran solamente en algunos países de Latinoamérica del 16 al 24 de diciembre. Aunque toda la celebración decembrina está cargada de una gran connotación religiosa, los mexicanos la han dotado de rasgos característicos que permiten verla como una tradición única. Hoy queremos ahondar un poco en su origen y elementos más tradicionales.

El origen
Según las crónicas, en 1533 se puso el primer Nacimiento en México en el Atrio del Convento de San Francisco –pues San Francisco fue quien creó la idea del Nacimiento en el siglo XIII–.
Pero fue en 1587 que el Papa Sixto V permitió a Fray Diego de Soria llevar a cabo en Acolman (en el Estado de México) unas misas previas a la celebración de la Navidad –precisamente del 16 al 24 de diciembre– llamadas “misas de aguinaldo”. Debido a que los indígenas teotihuacanos y de los alrededores se resistían a la evangelización se usaron estas misas para permitirles celebrar de un modo festivo –contrario a la solemnidad característica de la religión–  y, como el aguinaldo es un regalo, para entregar canastas con regalos y fruta a los indígenas y así evangelizarlos sobre el nacimiento de Jesús.
La esencia de las posadas es recordar el peregrinar de María y José de Nazaret a Belén para recibir a Jesús. Originalmente, dicho camino no tuvo por objeto que el niño Jesús naciera en Belén, sino que como José era originario de dicho lugar, tuvo que ir con María a empadronarse –lo que hoy sería ser contado por el censo regional– y como ella estaba a punto de dar a luz, terminaron buscando hospedaje para que naciera su bebé, “pidiendo posada” o alojamiento.


La piñata
El origen de la piñata es un tanto controversial, pues según algunas versiones es una tradición heredada de España y según otras es prehispánica, como fuere –instaurando o adaptando una tradición– ésta fue utilizada como medio de evangelización por los misioneros españoles durante las mencionadas “misas de aguinaldos”.
"La piñata", mural de Diego Rivera (1953)
La piñata tradicional de las posadas es una olla rellena de dulces y frutas decorada con papel maché que forma una estrella colorida de siete picos que debe ser golpeada hasta destrozarse. Cada pico representa un pecado capital –ira, gula, soberbia, lujuria, avaricia, pereza y envidia– que debe ser destrozado; así, todo el rito de la piñata es una analogía del creyente que por medio de la fe y la guía de Dios (con los ojos vendados), acaba con el pecado y recibe los frutos y gracias divinos. Basta oír el tradicional “¡No quiero oro, ni quiero plata, yo lo que quiero es romper la piñata!” para ver por qué romper la piñata representa ese rechazo a las riquezas y tentaciones que la Iglesia buscó instaurar en los indígenas por la evangelización.
Foto de @historia_mexico
Sin embargo, el ingenio del mexicano salió a relucir y los cánticos y el rito de la piñata se llenaron de cierta picardía que la Iglesia rechazó porque no seguía la solemnidad de la tradición impuesta, por ejemplo el también muy tradicional cántico “La piñata tiene caca, tiene caca, cacahuates de a montón”. De hecho en 1788 la Iglesia prohibió las piñatas, pero la tradición se había expandido tanto en la sociedad que en 1818 tuvo que permitirlas de nuevo. Hoy en día, la piñata es un elemento que no puede faltar en ninguna posada, una diversión para chicos y grandes que se comparte tradicionalmente.
Foto de @cristinaquezadaa
Las pastorelas y los villancicos
Tanto las pastorelas como los villancicos tienen un origen ajeno a la religión, pero se utilizaron pronto por la Iglesia con fines evangélicos y se acoplaron por ello a las celebraciones de Navidad.
Las pastorelas fueron en su origen composiciones musicales interpretadas por pastores, provincianos campestres y trovadores europeos; pero se volvieron obras de teatro en el siglo XVI en la Nueva España y retrataban temas religiosos, además de incorporar asuntos políticos y sociales. Debido a su afán de evangelizar, la trama esencial de las pastorelas es siempre la misma: María y José viviendo peripecias en su camino a Belén, el Diablo con un humor distintivo y hasta gracioso intentando que los pastores y personajes –que en ocasiones recuperan las tradiciones y vestimentas de diversos pueblos de México– caigan en la tentación y el bien y la bondad venciendo al mal.
Foto de Redacción Colima Noticias
Los villancicos son composiciones poéticas que fueron muy populares en el siglo XVI, de hecho Sor Juana escribió muchos sobre distintos temas religiosos que no tienen que ver con la Navidad. Debido a que tienen un estribillo –o frase que se repite varias veces– fácil de recordar o “pegajoso”, se volvieron canciones con fines educativos y evangelizadores. Luego se utilizaron también en la época navideña y por ello hoy en día el villancico constituye incluso todo un género musical de Navidad.


Los cantos: pedir posada
En algún momento de nuestra vida todos los mexicanos, o bien la mayoría, hemos asistido a las posadas y entonado el típico “Een el nombre del Cieeelo, ooos pido posaaada…” o respondido después de varias estrofas con un “Entren santos peregrinos, peregrinos, reciban este rincón…” sujetando velas encendidas.
El canto, por supuesto, conmemora el peregrinar de María y José buscando alojamiento para recibir a Jesús siguiendo la tradición religiosa que recuerda el nacimiento del Hijo de Dios; pero busca también sensibilizar sobre un espíritu navideño que se extiende a la comunidad y que, en México, puede verse con mucha claridad. Pues para llevar a cabo una posada se requiere un grupo de personas y si bien las posadas conmemoran el hecho religioso original y son motivo de celebración, recuperan tradiciones año con año que permiten la unión de las familias, amistades y seres queridos. El calor que brinda la posada permite olvidar el frío decembrino y compartir los frutos del año, colaborar y celebrar en el amor.
"Niños pidiendo posadas", mural de Diego Rivera (1953)
Datos interesantes
*El origen de las piñatas, según narra Marco Polo en los diarios de sus travesías, es el año nuevo chino; él llevó la idea a Italia –donde se usa la piñata en Cuaresma– y de ahí se propagó a España y posteriormente a México.

*Conmemorando la tradición del origen de las posadas se realiza anualmente en Acolman la Feria de la Piñata, donde además de piñatas hay gastronomía, teatro, artesanías, incluso música y lucha libre en ocasiones y, sin duda, mucha cultura. Este año la celebración será del 15 al 19 de diciembre.
*Actualmente las piñatas en México no solo se usan para las posadas, sino que han trascendido a cualquier festividad. Muestra de ello es que la creación de piñatas en México se ha convertido casi en una actividad artesanal ya que podemos verlas con forma casi de cualquier personaje, animal u objeto.
Foto de @CNN
*Muchos piensan que el ponche calientito de frutas que se sirve en estas fechas es mexicano, pero la realidad es que proviene de la India, de una bebida llamada pãc” que significa cinco debido al número de ingredientes que originalmente la componían (aguardiente de vino de palma, azúcar, limón, agua y té). Posteriormente, con la llegada de los ingleses a la India, se modificó al inglés con la palabra “punch” y de ahí, traducida ya al español, llegamos al término ponche.


martes, 28 de noviembre de 2017

Sor Juana (2ª parte): más allá de la razón

Ilustración de Cintia Bolio
Si bien –como vimos en el post anterior– Sor Juana tuvo sus diferencias y conflictos con la autoridad eclesiástica de la época, el siglo XVII no impidió que la monja jerónima fuera una de las mentes más brillantes de Nueva España.


Sor Juana escribe por medio de versos: usa la poesía como un arte creativa que le permite decir lo que quiere expresar sin tener que afirmar verdades o falsedades o postular un punto de vista específico. ¿Por qué? Al ser una mera expresión artística, la poesía se volvió el arma de doble filo con la que Sor Juana pudo justificar la inocencia de sus versos y expresarse a voluntad. Sin embargo, su pluma no se embelesa en escribir únicamente arte –aunque no cabe duda que la belleza de sus versos parecería decir otra cosa–, sino que la Décima musa proyecta en su escritura un intelecto avasallador no solamente por su saber enciclopédico, sino por la propuesta que transmite.

Lírica personal: lo humano del amor

"La monja", Jorge Sánchez Hernández
El arte permite expresar aquello que las palabras no alcanzan a decir, por eso la poesía –aunque utiliza el lenguaje– está plagada de figuras retóricas que le brindan un mayor alcance. Sor Juana sabía esto a la perfección y dominaba la escritura lírica. Quizás el hecho de que la mayor parte de su obra esté escrita a modo de verso –y cuidando rigurosamente la métrica (la cantidad de sílabas)– hace que sus escritos sean pesados y difíciles para los que no estamos acostumbrados a leer poesía, sin embargo la capacidad y el talento de la monja son dignos de admiración. En su vida religiosa intelectual escribió un sinnúmero de versos que exhiben la variedad de temas y personajes que desde pequeña fue descubriendo por su incesante curiosidad y amor por el saber. Aunque muchos temas son recurrentes en su obra, me gustaría adentrarme un poco en uno: el amor.
Cuando se lee la poesía de Sor Juana, no hay forma de no perderse en sus letras e identificar sentimientos tan propios y profundos como todo aquello que el amor mismo despierta. Debido a los versos tan hondos que escribió, se ha cuestionado muchas veces por el objeto del amor que la inspiró. La discusión ha tenido múltiples hipótesis –que no se ahondarán en este escrito–, pero queda claro que fuese un amor profano o el más puro símbolo del amor cristiano, los versos de Sor Juana ponen en palabras aquello que el ser humano experimenta y tan pocas veces puede expresar.

Sor Juana describe al amor como una suerte de combinación de libertad y fatalidad. Uno es libre de amar y ser amado, pero los laberintos que crea el amar a alguien (los celos, la libertad misma que impide comprender al otro, la falta de reciprocidad, etcétera) parecen tornarlo hasta cierto punto un tormento fatal. ¿Quién, que haya estado enamorado, no ha sentido esta variedad de emociones? La Décima musa logra expresar con sus versos eso que no comprendemos. Por un lado, se da cuenta de que el amor exhibe continuamente lo irracional que hay en el ser humano (84):
“Ya sufrida, ya irritada,
con contrarias penas lucho:
que por él sufriré mucho,
y con él sufriré nada.
No sé en qué lógica cabe
el que tal cuestión se pruebe:
que por él lo grave es leve,
y con él lo leve es grave.”

El amor parecería una enfermedad que conlleva irracionalidad, que lleva al ser humano a los actos más incomprensibles y a su vez los más puros y verdaderos. Parece ser algo que alivia pesares, pues al concentrarse en lo que se ama, se elimina el mundo exterior. Nada importa más que él. ¿Por qué? Porque el amor también es contrariedad: aunque el deseo no siempre es correspondido, amar parece muchas veces suficiente, pues al que verdaderamente ama no le importa no ser amado; sino que a pesar de que la pasión lo atormente, le basta el pensamiento porque el amor es esa entrega absoluta.

La poesía personal de la jerónima es imperdible y aunque es amplísima, bastan unos cuantos versos para adentrarse en ella y despertar toda clase de sentimientos en uno mismo, justo porque logró expresar cosas tan íntimas y profundas que competen a todo ser humano. Además, todas estas ideas sobre el amor, su contrariedad y su irracionalidad permiten ver en Sor Juana una continua exhibición de lo irracional que tiene esencialmente todo lo humano.

Primero sueño
Se ha dicho muchas veces que toda la obra de Sor Juana está cargada de su saber, de sentimientos, de cultura y de una riqueza impresionante. Pero tal vez el escrito que mejor exhibe su propia propuesta es aquel que, según ella misma narra en su Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, es lo único que por gusto propio escribió: su Primero sueño.

"El despertar del sueño", Jorge Sánchez Hdz.

Escrito en 1692, el Primero sueño es un poema filosófico –estrictamente, una silva: un poema cuya totalidad de versos son endecasílabos o heptasílabos (de 11 o 7 sílabas cada uno)– que narra el viaje del alma durante el sueño. A lo largo del poema –así como en el resto de su obra– se hace notar la amplia gama de conocimientos de su autora especialmente sobre teorías filosóficas y mitología. Cabe decir también que puede verse de nuevo una idea constante que la monja expone en toda su obra: el intelecto y el sueño son comunes a todos los humanos; es decir que no son propias únicamente de algunos, sino que cualquier ser humano.

Es indiscutible que lo que Sor Juana hace, al menos en su Primero sueño, es filosofía porque se cuestiona una y otra vez por el ser, la causa primera de todo cuanto existe, el intelecto humano, la comprensión y sus límites… En el poema, la jerónima exhibe nuevamente esa importancia de lo irracional en lo humano. En los versos, retrata de un bellísimo modo cómo en el sueño se puede ir más allá de la razón. Como ella bien supo a lo largo de toda su vida, el entendimiento humano es limitado y por más que se busquen no se encuentran respuestas a todas las preguntas, siempre hay algo que queda sin resolverse. Por eso, lo racional del pensamiento no basta para alcanzar la comprensión absoluta, sino que se requiere también de lo irracional –de aquello que está más allá de la razón–. En el poema, el sueño es comparado con la muerte porque es el momento en el que el alma se separa más del cuerpo, el sueño es una “muerte temporal”. Cuando uno duerme, los sentidos se suspenden hasta cierto grado y las ataduras corporales y externas se disuelven. En el sueño, el alma se las ingenia para mostrar cosas que no son visibles en la vigilia. Esto podría parecer incoherente, pero pensándolo mejor ¿quién no ha soñado con cosas que resultan imposibles en la vida real (como volar, teletransportarse en segundos, etc.)?

Sor Juana da cuenta de que el sueño permite contemplar lo inmaterial, que el alma separada del cuerpo puede elevarse hasta vislumbrar aquello que no se le muestra cuando está ligada a él. Sin duda, en esta idea puede verse una alusión al mito de la caverna de Platón, a cómo las cosas son vistas de cierto modo y solamente al desprenderse de lo corporal puede uno verlas en su forma verdadera. Sin embargo –justo como sucede en el mito platónico–, al contemplar tan amplia y estruendosa realidad, hay un impacto, una luz cegadora que nubla la vista e impide comprender aquello que se ve. El conocimiento, lo racional, no basta para entender lo que el sueño permite ver. Quizá por eso no entendemos nuestros sueños, no podemos encontrarles lógica y los olvidamos al poco tiempo de despertar. La monja se da cuenta de que el pensamiento humano, si bien puede mucho, necesita también de lo ilógico, de eso que se muestra al inconsciente en el sueño.

Indudablemente aunque técnicamente no fue mexicana –por haber existido antes de la Independencia–, Sor Juana y toda su creación son de una riqueza descomunal para nuestro país. Aun así, podemos estar orgullosos de su espíritu rebelde que no perdió oportunidad para defender sus ideas y hacerlo de un modo bellísimo. De hecho, tras la condena y critica a sus escritos, Sor Juana firma un último documento y se califica a sí misma como “Yo, la peor del mundo”.
López PortilloMEstampas de Juana Ynés de la Cruz, la peorMéxicoBruguera1979
Quizá es la peor a ojos de muchos, o tal vez lo fue según ella, porque un espíritu tan transgresor, tan innovador y tan despierto en una época donde “era mejor” mantener los ojos cerrados era demasiado. No por nada es aún lo que es. En un momento de la película (Yo, la peor de todas), el personaje de la Condesa de Paredes describe a Sor Juana como “más poeta que monja, más monja que mujer”. Sin duda –y con el riesgo de sonar atrevida– cambiaría la sentencia para que se acercara mucho más a todo lo que fue Sor Juana Inés de la Cruz. Con un intelecto avasallador que quebrantó paradigmas en su época y fue más allá de la razón, con un atrevimiento que puso en tela de juicio las costumbres y se cultivó a más no poder y con un talento que exaltó la naturaleza humana y que la llevó a ser –hasta el día de hoy– una de las mentes femeninas más importantes de Latinoamérica, no me cabría duda de que Sor Juana fue más atrevida que sosegada, más filósofa que poeta e, indudablemente, más humana que mujer.

Top imperdibles de Sor Juana
5. Amor es más laberinto (1689): Es una comedia escrita en verso donde Sor Juana recupera el mito griego de Teseo y el minotauro para dar cuenta del amor, de lo que es capaz y de “los laberintos” y las contrariedades que conlleva. Por medio del héroe griego se acentúa la importancia del valor sobre la nobleza. Parece ser una réplica de Los empeños de una casa pero en el ambiente de la mitología griega.

4. Los empeños de una casa (1683): En esta comedia, también escrita en verso, Sor Juana plantea lo complicado que puede tornarse el amar y no ser correspondido. Es una historia que habla de múltiples enredos amorosos a través de confusión e intriga, sin olvidar en múltiples ocasiones su rasgo cómico. Lo impactante de la obra es que, debido a la temática y la forma en la que la retrata, se considera una pieza cumbre de la literatura de la Nueva España. La comedia aún es representada por compañías teatrales.

3. Lírica personal: La poesía de Sor Juana es amplísima y cubre una amplia variedad de temas, está compilada en varios volúmenes y por ello sus poemas están numerados –lo que facilita su localización en libros e internet–. A continuación se presenta una selección con sus respectivos números (entre paréntesis) dentro de la obra de la Décima musa.

"Profesión casuídica", Jorge Sánchez Hdz.
7. (92): La famosa redondilla que comienza con “Hombres que acusáis a la mujer sin razón…” donde se muestra la contradicción de lo que el hombre exige de la mujer con lo que causa en ella.
6. (146): Soneto donde la monja muestra su preocupación por lo que vale la pena frente a lo efímero de las riquezas, las bellezas y las vanidades.
5. (6): Poema sobre el amor y la muerte. Ilustra el dolor que causa la muerte de un ser amado, la eternidad del amor y la pesadumbre en la que se convierte la vida tras la pérdida.
4. (4): Muestra al amor como una entrega total e incondicional que no exige nada del otro, como algo que no obedece a la razón y no entiende de ella.
3. (56): Habla sobre el deseo humano de amar, a pesar de que implique un dolor y sufrimiento tan parecido a la muerte.
2. (2): Poema que gira en torno a la oposición como parte de la vida y que exalta el saber vivir como aquello que realmente vale frente al discurso y a la ciencia que amplían el conocimiento y restan tiempo de vida.
1. (84): Poema que refleja la contradicción y la irracionalidad del amor y sus efectos.



2. Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (1691): Carta en la que Sor Juana expresa su deseo y pasión innatos por el conocimiento. Es una especie de autobiografía en la que además se defiende el derecho de todo ser humano de entregarse al saber y no dejar de cuestionarse. Al no estar escrita en verso, es quizá la obra más accesible para el lector del siglo XXI.

1. Primero sueño (1692): Poema filosófico en el que se exhibe el sueño como una instancia que le permite al ser humano ir más allá de la razón y vislumbrar cosas que no son perceptibles por el cuerpo y el simple intelecto.

martes, 21 de noviembre de 2017

Sor Juana (1ª parte): un intelecto libertador

"Inundación Castálida", Jorge Sánchez Hernández
Para comprender el valor de Sor Juana Inés de la Cruz hay que transportarse al siglo XVII: una época en la que la Iglesia católica se defiende a capa y espada con la Inquisición, en que el Virreinato de la Nueva España está lejos de terminarse y en la cual el arte, la literatura y el Barroco están en su apogeo por el Siglo de Oro español. Debido a la amplitud de la obra y del impacto de Sor Juana, hemos decidido dividir nuestro escrito en dos partes con el fin de adentrarnos un poco mejor y vislumbrar mejor su grandeza.

Si bien el esplendor de Sor Juana aún resuena en nuestros tiempos, se hizo público hasta el siglo XX, específicamente en 1910 cuando Amado Nervo publicó la obra Juana de Asbaje. Pero no cabe duda de que Juana transgredió toda una época y es, desde ese momento hasta nuestros días, una de las mujeres más reconocidas en América.


Rebeldía e intelecto
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana nació el 12 de noviembre de 1648 (o 1651 según la fuente) en San Miguel Nepantla –en el actual Estado de México– en el seno de una familia criolla acomodada de la Nueva España. A los 3 años se mudó a la Hacienda de Panoaya –en Amecameca–, lugar que arrendaba su abuelo materno.
Hacienda de Panoaya, Amecameca (Edo. Mex.)
Cuando uno visita la Hacienda de Panoaya y se encuentra ante su estructura, comienza a transportarse a una época lejana; pero no es sino hasta que se levanta la vista, se observa el deslumbrante paisaje de los volcanes enamorados –el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl– y siente la frescura de los campos circundantes que se comprende por qué la belleza, la curiosidad y la magnanimidad forjaron a una pequeña niña para convertirla en una de las mentes femeninas más importantes de todos los tiempos del continente americano.

Capilla donde Juana leía en la Hacienda de Panoaya
Desde chica la caracterizó su curiosidad y su afán insaciable de aprender y conocer sobre todo. Aprendió a leer a la corta edad de 3 años con la maestra de su hermana mayor. Contrario a lo que suele decirse sobre la época, las mujeres sí tenían acceso a la educación; Juana asistió a la escuela en Amecameca y no perdió oportunidad para hundirse en la lectura y el estudio autodidacta de cuanto tema hablaran los libros de la amplísima biblioteca que tenía su abuelo -que, de hecho, leía con todo su consentimiento-. Su talento era tal que a los 8 años compuso su primera obra, una loa dedicada a la celebración de Corpus del pueblo. El deseo de aprender era tan inmenso que narra que cuando no aprendía, se cortaba el cabello o se privaba de sus alimentos favoritos como castigo porque, en sus palabras, “no me parecía razón que estuviese vestida de cabellos cabeza que estaba tan desnuda de noticias, que era más apetecible adorno”. Su anhelo de ampliar sus conocimientos siempre fue mayor que cualquier otro. Este deseo incrementó cuando se enteró de que en la Ciudad había universidad para los varones, incluso llegó a pedirle a su madre que la dejara vestirse de hombre para asistir.
"La dama de la virreina", Jorge Sánchez Hernández
Aproximadamente cuando Juana tenía 9 años, fallece su querido abuelo y la mandan a la Ciudad a vivir con una tía. Su pasión por saber continuó creciendo junto con ella: aprende rápidamente el latín y se avoca en la lectura de los autores latinos en su lengua original. En el ambiente citadino el entonces virrey –Antonio Álvarez de Toledo– oye hablar de la belleza e inteligencia de la tal Juana. No pasa mucho tiempo para que Juana, a los 13-15 años fuera invitada a ocupar un lugar en la corte del virrey como invitada de su esposa  –Leonor Carreto o “Laura”, como Juana solía llamarla–. Al poco tiempo, impactado por la sabiduría de la muchacha, el virrey reunió a un grupo de intelectuales de la época –teólogos, filósofos, científicos, catedráticos, etc.– para someterla a una variada gama de preguntas que pusieran a prueba su conocimiento. El resultado dejó perpleja a la audiencia de dicha reunión, pues se cuenta que la joven intelectual respondió con fluidez y conocimiento de causa a todas y cada una de las preguntas que le lanzaron.

A pesar de su extraordinaria belleza, Juana jamás presentó interés por la vida matrimonial pues, una vez más, el amor a la sabiduría era mucho mayor en ella que cualquier otro vínculo. Al contrario, se inclinó por la vida religiosa pues volcada en esa vida, en el silencio y el aislamiento del mundo podía continuar instruyéndose dentro de las bibliotecas. A los 19 años ingresó al convento San José de Santa Teresa la Antigua –de carmelitas descalzas–, pero a los pocos meses lo abandona debido a la exigencia de la congregación y un año después entra al convento de San Jerónimo.

Cocina de la Hacienda de Panoaya
En la congregación de monjas jerónimas puede llevar una vida intelectual y religiosa, donde su pasión intelectual continúa aumentando día a día a la vez que su ignorancia era menor, pues como ella decía “leía no para saber más, sino para ignorar menos”. Escribió la monja que “si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito”, de modo que es de admirar no solamente su intelecto sino esa capacidad tan única de no dejar pasar jamás ninguna oportunidad para ampliar y poner a prueba el conocimiento, para reflexionar y encontrar el asombro y la grandeza de lo más pequeño.
"En la cocina", Jorge Sánchez Hernández

La inteligencia y la producción literaria de la monja fue amplísima y abarca desde poemas hasta obras teatrales, villancicos, canciones, cartas y ensayos… Además, por obvias razones, su escritura era no es impecable, sino que su estilo está lleno de figuras retóricas, versos, alusiones a otros temas y una profundidad que con tan solo leerla se muestra. Entre su obra destacan su poesía personal, tres obras dramáticas (
Los empeños de una casa en 1683, Amor es más laberinto en 1689 y La segunda Celestina), tres auto sacramentales –teatro que aborda temas religiosos para presentar en público– entre 1689 y 1692 (El divino Narciso, El cetro de José y El mártir del sacramento) y su Primero sueño –que se ahondará en el siguiente post–. Debido a la belleza de su obra, al calibre de su pluma y a los encantos de su pensamiento fue llamada en su época la Décima musa; eran pues las nueve musas originales –Calíope, Erato, Terpsícore y sus poesías, Melpómene y su tragedia, Talía y su comedia, Polimnia y Euterpe y su música, Clío y la historia, Urania y las ciencias– y Sor Juana con todo su esplendor.

Sor Juana –a quien llamaron también el Fénix de América por su grandeza– leía y escribía en cada momento libre o de descanso dentro de la vida conventual y destacó siempre que la capacidad de aprendizaje era inherente al ser humano, por lo que en su obra abarca temas tan diversos como todo aquello que estudió y tan variados como el mismo ser humano. Por encargo escribió algunos de sus poemas “personales” y obras de corte político como expresiones de alabanza o adulación para recibir a virreyes y diplomáticos. Por ejemplo, en 1680 escribió su Neptuno alegórico, en el que comparó al nuevo virrey, Tomás de la Cerda y Aragón, con el dios Neptuno para darle la bienvenida al monarca y a su esposa, María Luisa Manrique de Lara (Condesa de Paredes de Nava). Con esta pareja la monja mantuvo una relación bastante cercana, sobre todo con la virreina, “la divina Lysi” como Juana la llamó en tantos versos. De hecho se cuenta que el virrey protegía a Sor Juana de los abusos eclesiásticos que le exigían dejar la labor intelectual y que, al ser destituido del cargo, el español llevó consigo los tomos con las obras de la monja para publicarlos en Madrid.

Defensora de la libertad
"Carta Atenagórica", Jorge Sánchez Hernández
En 1690 escribe la Crisis de un sermón (o mejor conocida como, la Carta atenagórica) como respuesta a un sermón de un padre jesuita de Portugal, Antonio de Vieyra. En este texto –publicado sin su consentimiento–, Sor Juana realiza varias precisiones al sermón de Vieyra de la mano de los textos sagrados y de los Doctores de la Iglesia: aclara que Cristo no se ausentó luego de su muerte, sino que en su muerte radica el cúlmen de lo más perfecto que pudo hacer y el amor más grande en tanto que se entrega por los hombres. Como fuere, la carta no fue muy bien recibida. Al poco tiempo una tal “Sor Filotea de la Cruz” –pseudónimo utilizado por el obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz– escribe en contra de Sor Juana y la amenaza, remitiendo también a pasajes de las Sagradas Escrituras que parecen condenar a las mujeres que se atreven a hablar.
Por supuesto que, una vez más, la jerónima no iba a permanecer callada. En 1691 escribe su Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, un texto de carácter bastante autobiográfico en el que responde y desmiente dicha acusación y narra su interés innato por conocer y cultivarse. De nuevo, se vale de la Biblia y de las doctrinas religiosas para argumentar y ejemplificar cómo la mujer es igualmente capaz de saber que el hombre debido, principalmente, a la libertad y a la misma naturaleza humana.
Desde dentro del ámbito religioso, Sor Juana destaca las diferencias imperantes entre el género masculino y el femenino en el siglo XVII: la mujer juega un papel claramente inferior y debe callar, siguiendo una lectura de la doctrina de San Pablo (I Corintios, 14:34). Sin duda Sor Juana realza en su obra la capacidad de la mujer, sin embargo, este mismo rasgo y cierta tendencia –que desde cierto análisis podría observarse en parte de su obra debido también al profundo lazo que la unía con la virreina María Luisa– ha sido leído como feminista. Por esta razón la imagen de la monja llega a ser el estandarte de movimientos feministas en la actualidad; pero la verdadera intención de la Décima musa parece estar lejos de esta interpretación. Si bien es autora de la famosa redondilla (92):
“Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?…”
y acusa el comportamiento del hombre frente a la mujer, Sor Juana no solamente intenta reivindicar el valor femenino, sino que lo hace con un objetivo mayor: defender la libertad y la capacidad del ser humano. Su anhelo es denunciar la autoridad, romper las ataduras culturales impuestas y recuperar la esencia humana. Lo que es impresionante es cómo Juana de Asbaje se atreve a hablar desde el silencio femenino inherente de la época; cuestiona el poderío, la ignorancia que reina en los altos mandos y –desde su papel de una mujer intelectual–, plantea dichos cuestionamientos y se posiciona como una de las mentes más brillantes de su época. Al cuestionar la autoridad, Sor Juana apuesta por la libertad y por el mérito intelectual que todo ser humano puede desarrollar.
"Sátira filosófica", Jorge Sánchez Hernández
Por su impacto en la vida de sus tiempos, Sor Juana fue un punto de quiebre y un continuo referente. Para bien y para mal. La época no logró mantener en silencio a la monja, quien tenía algo –quizá su mismo cuestionamiento implacable– que alborotaba los ánimos de la comunidad religiosa y provoca revuelo a su alrededor. Algunas fuentes dicen que fue acusada de herejía y por desacatar la autoridad, por lo que el arzobispo y la Iglesia le exigieron dejar de escribir y desprenderse de sus bienes materiales –incluidos todos sus escritos–; otras dicen que abandonó su quehacer intelectual y artístico para abocarse por completo a la contemplación y a su vocación religiosa; el hecho es que entre 1693 y 1964 deja de escribir y muere en 1695.

No cabe duda que el espíritu transgresor de Sor Juana rompió paradigmas en su época, en un tiempo en el que el ser humano estaba atado. A pesar de vivir en un mundo que la persiguió y juzgó, Sor Juana no paró jamás de “poner bellezas en su entendimiento que no su entendimiento en bellezas”, o sea que en vez de preocuparse por las cosas pasajeras y banales, siempre se preocupó por seguir cultivando su mente y espíritu con cuanto pudiera aprender. Porque justo esa capacidad humana es un don divino. No cabe duda de que aunque fuera “una pobre monja” tenía un “furor divino”, era un “ave rara, que sólo en un Mundo Nuevo pudiera hallarse” (Fernández, 1995).


Datos interesantes

*Sor Juana era la imagen del billete de 1000 pesos, pero este billete desapareció con la devaluación y el recorte de los tres ceros al peso.

*Como sabemos, actualmente Sor Juana es la imagen del billete de 200 pesos, pero de hecho la imagen que figura al reverso es del interior de la Hacienda de Panoaya, el lugar donde pasó la mayor parte de su infancia la niña Juana. El lugar, que preserva según el INAH construcciones originales de aquella época, puede visitarse y funge como un pequeño parque con múltiples actividades.

*Los restos de Sor Juana descansan en el coro del antiguo convento de San Jerónimo –lugar donde Sor Juana pasó la mayor parte de su vida–. El convento es ahora la sede de la Universidad del Claustro de Sor Juana. El claustro se puede visitar de lunes a sábado (de 10am a 6pm).
Antiguo Convento de San Jerónimo, UCSJ (CDMX)
*El premio Nobel mexicano de literatura, Octavio Paz, publicó en 1982 un ensayo titulado Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe. En este texto de corte biográfico, histórico y literario, Paz relata la vida de Sor Juana a partir del contexto y de tres hechos que considera relevantes: el convento de San Jerónimo, su relación con la virreina María Luisa y su renuncia a escribir. La visión que Paz exhibe en su obra es para algunos muy respetable, fidedigna y la consideran el escrito sobre Sor Juana de mayor autoridad, mientras que para otros estudiosos de la monja resulta bastante imprecisa.

*En 1990, María Luisa Bemberg (de Argentina) dirigió Yo, la peor de todas, un filme basado en el ensayo de Octavio Paz. La obra pretende ser una biografía histórica de la monja desde una mirada femenina aportada por la visión de la directora. La película es uno de los referentes cinematográficos femeninos más reconocidos.

*El 12 de noviembre de este año Google conmemoró el aniversario 366 de Sor Juana con un doodle dedicado a la mexicana.

*Sor Juana fue contemporánea de Carlos de Sigüenza y Góngora. Ambos fueron los íconos de la época barroca en la Nueva España, por lo que muchas veces se ha intentado encontrar un paralelismo entre ambos autores –sobre todo en el Neptuno de la jerónima y el Teatro de virtudes políticas que constituyen a un Príncipe de Sigüenza–. No hay certeza sobre dónde y bajo qué circunstancias se conocieron, pero por la época, seguro fue en el contexto intelectual de la corte mientras Sor Juana estaba ya en el convento y Sigüenza era catedrático de la Universidad.
*Carlos de Sigüenza y Góngora, como homenaje a Sor Juana tras su muerte, escribió en 1695 el Elogio fúnebre de Sor Juana Inés de la Cruz.

*El Fondo de Cultura Económica tiene la colección completa de obras de Sor Juana en cuatro tomos.

*La mini-serie mexicana, Juana Inés, intenta exhibir la vida y la obra de la monja. Fue co-producida por Canal Once y Bravo Films en 2015 y protagonizada por Arcelia Ramírez.