Autorretrato (1947) |
Cuando uno piensa en las grandes pintoras mexicanas, inmediatamente viene a la mente Frida Kahlo. No hay de otra. Es lo primero que pensamos o, mejor dicho, quizás lo único que conocemos. El día de hoy los invito a ampliar esta visión y descubrir con nosotros a otra gran pintora mexicana: María Izquierdo.
Su vida
María Cenobia Izquierdo Gutiérrez nació en San Juan de los Lagos (Jalisco) cinco años antes que Frida Kahlo el 30 de octubre 1902 o 1906 –las versiones varían– y, en realidad, llegó a tener en vida la misma fama que su contemporánea. ¿Por qué entonces su obra es casi desconocida? ¿Qué tiene María de relevante o especial? Conviene analizar un poco de su vida para comenzar a dar respuesta a estas preguntas y poder apreciar su obra y su impacto.
El padre de María murió cuando ella tenía 5 años y quedó al cuidado de sus abuelos hasta que su madre se casó con un militar. Su familia la forza a casarse a los 15 años con un militar llamado Cándido Posadas con quien tuvo tres hijos. La familia Posadas Izquierdo se mudó en 1923 a la capital del país y el panorama de María cambió por completo. En la nueva ciudad cosmopolita pronto vio que tenía otras posibilidades por lo que se divorció e ingresó en 1927 a la Academia de San Carlos donde sucedieron esencialmente dos cosas interesantes: En primer lugar, fue alumna de grandes maestros respetados en aquel momento como Antonio Caso –quien le enseñaba Historia del Arte–, Manuel Toussaint, Germán Gedovius y Rufino Tamayo; en segundo lugar, comprobó que el régimen de dicha escuela era demasiado estricto para ella, pues consideraba que ninguna corriente artística podía tener la razón absoluta, y decidió abandonarla luego de un año e ingresar a la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA) en su lugar.
Muy pronto, María Izquierdo se volvió una artista de respeto y reconocimiento. Su primera exhibición de pinturas se llevó a cabo en una galería de arte del Palacio de Bellas Artes (CDMX) en 1929 y el mismísimo Diego Rivera –quien era el director de la ENBA en ese entonces– escribió la introducción al catálogo de la exhibición y destacó que Izquierdo era pictóricamente una de las personalidades más atractivas de la época y de lo mejor que había en el ámbito artístico de la academia.
María Izquierdo y Frida Kahlo |
Al año siguiente en el Art Center de Nueva York (Estados Unidos), se llevó a cabo la primera exposición individual de una pintora mexicana fuera de México con 14 óleos de la artista jalisciense. Exacto: la primera pintora mexicana que se dio a conocer en el extranjero fue nada menos que María Izquierdo –no Frida, como muchos pudimos haber pensado antes–. Es una lástima que a Izquierdo la conozcan como “la otra Frida” pues parece que, además de que triunfó primero internacionalmente, su propuesta es distinta como podremos ver.
Rufino Tamayo |
En el ámbito personal, la relación que estableció con Tamayo como alumna-profesor en San Carlos había tomado otro curso a partir de 1929. No sólo Frida y Diego fueron la pareja de pintores del momento, sino que Izquierdo y Tamayo vivieron juntos y mantuvieron una relación que, además, les permitió colaborar, complementar y perfeccionar sus estilos, experimentar con las vanguardias europeas que estaban en boga y seguir desarrollando su arte que, por supuesto, adquirió maices similares durante esa época. En 1933, Rufino abandonó a María por la pianista Olga Flores Rivas.
Un poco devastada –como podremos ver más adelante–, María tuvo después una relación con un pintor chileno: Raúl Uribe Castillo quien fue el principal promotor de su obra. Pero pronto se divorció del sudamericano por sus infidelidades y alcoholismo. Sin embargo, la carrera artística de María seguía hasta cierto punto viento en popa, hubo exhibiciones en París, Tokio, la India, Chile, Perú y Centroamérica e incluso fue contratada en 1945 para pintar un mural en el departamento del Distrito Federal que representaría la historia de la ciudad. Pero cuando ella ya se encontraba trabajando en ello, el mural se canceló “por cuestiones técnicas” que, en realidad, parece haber sido una reunión de los muralistas David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y Diego Rivera con el entonces gobernador Javier Rojo Gómez, donde los artistas argumentaron que una mujer no iba a poder sacar a flote el proyecto. Indignada, María denunció el hecho pero –tal vez por culpa también de la época– fue ignorada e incluso atacada.
En 1948 las enfermedades cerebrovasculares la invadieron y la mitad de su cuerpo quedó paralizado. Esto no le impidió seguir pintando –aunque existe la versión de que desde dicho episodio, los cuadros no eran suyos sino que solamente firmaba– hasta el día de su muerte el 2 de diciembre de 1955.
Su realidad
Es sencillo mirar la obra de cualquier artista y decir –bajo nuestro juicio– si nos parece bonita o fea; pocas veces nos percatamos de que nuestro juicio no alcanza a ver la esencia de las cosas y nos permitimos abrirnos a comprenderlas de otro modo.
Retrato de Belem (1929, Colección Blaisten) |
Por ejemplo, el arte naif es una corriente artística que es ingenua y espontánea debido a los colores brillantes y los contrastes que emplea, la falta de rigurosidad técnica y perspectivas desalineadas captadas por mera intuición. En muchas de sus obras, María podría pertenecer a esta corriente. Ella no hacía bocetos, sino que se dirigía directamente al lienzo a plasmar lo que venía de su interior. Sus pinturas carecen muchas veces de coherencia y perspectiva –como en unos de sus primeros cuadros: Retrato de Belem en 1929– pero tal vez en esa “ingenuidad” radica su grandeza.
María comienza pintando lo que le es cercano y forma parte de su día a día: paisajes, naturalezas muertas, alacenas y elementos del hogar e incluso retratos. Otro elemento constante en su obra es el caballo pues se dice que cuando era niña, vio un caballo desbocado en una feria y eso la impactó tanto que el caballo es recurrente en su obra como símbolo de libertad.
Cuando María se muda a la capital, su entorno cambia y con él, su obra. Una vez inmersa en el ambiente citadino, la invade el nacionalismo posrevolucionario –cuyos máximos exponentes son los muralistas– pero, al mismo tiempo, comprende que la situación de la mujer en aquella época era difícil porque era oprimida por la supuesta superioridad masculina. ¡Y peor aún luego de su rompimiento con Tamayo y cuando los tres grandes muralistas le hacen perder la oportunidad de plasmar su obra! En esta nueva etapa, el arte de Izquierdo está llena de reclamos, muestras de opresión, cuestionamientos y, claro, la mujer se vuelve clave en ella.
Madre proletaria (1944) |
Sin embargo, el reclamo que María Izquierdo hace no se limita a su subjetividad –como bien podría decirse que sí sucede con Kahlo, quien es una experta en retratar la pasión y el sufrimiento propios una y otra vez–, sino que revierte su individualidad para plasmar una realidad existencial de sus congéneres. Si bien sí realiza autorretratos, la mayor parte de su obra utiliza símbolos externos como el caballo, la mujer, árboles deshojados, etc. para externar su sentir ante la situación de la época y de la nación e incitar al espectador a ser parte de ella.
Un bonito y distintivo ejemplo son sus altares a la Virgen donde no representa a los fieles que admiran el altar, sino que solamente lo representa para que el que lo mira sea realmente el que está ante él. Asimismo, recupera elementos tradicionales de su cultura mexicana y hace alusiones al dia de muertos, a lo prehispánico y a las fiestas tradicionales.
Viernes de Dolores (1944-45, Colección Blaisten) |
Una y otra vez, María Izquierdo retrato un reflejo de la realidad nacional; puesto que ella no es la única mujer rechazada, oprimida y abandonada cuyo único delito –como ella decía– era ser mujer y tener talento. Si bien el muralismo decía intentar reflejar a la mujer revolucionaria, madre cercana a la tierra y posibilidad de vida, María refleja su verdadera condición de un modo tan existencial como apasionado y abnegado que ha llevado a ver su figura como feminista por su lucha por la igualdad.
Cuando sufrió el ataque que la dejó convaleciente los últimos 7 años de su vida, María estuvo convencida y dijo en varias ocasiones que la pintura debía salir del alma, no de las manos; pasa por el cerebro y la emoción la derrama sobre el material. Lo sufrido individualmente, lo vivido en carne propia, lo proyecta hacia lo social y lo torna más emotivo y mucho más catártico para sus contemporáneos. Las mujeres podrían sentirse identificadas y los hombres, reaccionar.
Alegoría de la libertad (1937) |
Al día siguiente de su muerte el 3 de diciembre de 1955, inmediatamente se vendieron todas sus obras. Nadie le guardó luto. Esto muestra que sus últimos años y, en general, su vida –debido a las constantes diferencias que tuvo con los que la rodearon– la condenaron a ser un espíritu solitario incluso abandonado. Un alma cuyo único desahogo era la pintura, que no necesitaba rigor académico para desplegar su intimidad, sus ideas, su propia realidad y la de su pueblo.
Octavio Paz expresó que María Izquierdo le parecía como una deidad prehispánica cuyas pinturas eran un ritual íntimo, que su obra estaba más hecha con el instinto que con la cabeza y por ello era espontánea, fascinante y la realidad más real. Con un legado de más de 400 obras, no cabe duda de que María Izquierdo fue en su tiempo un ícono de lucha y cuestionamiento frente a la realidad y de reivindicación de la mujer y la libertad; una persona auténtica apasionada que, sin separarse de sus raíces, logró llevar su sentir más allá, cuestionar su época y lanzar una propuesta propia que mostró que, contrario a lo que sus contemporáneos artistas pudieron haber pensado, la mujer sí podía ser una gran artista que reflejara libremente su propia situación y la realidad de su nación.
Foto de @MafafasMusguitos |
Datos curiosos
*Se dice que Olga Flores, la esposa de Rufino Tamayo luego de que éste fuera el compañero de María, le prohibió al pintor –y a sus amigos– hablar de Izquierdo o siquiera mencionarla debido a los celos que le tenía por haber influenciado tanto a su marido.
*El poeta chileno Pablo Neruda fue admirador en vida de la pintura de Izquierdo, a quien conoció por su amistad con uno de los esposos de la mexicana, Raúl Uribe.
*El 30 de octubre de 2014, Google le dedicó el doodle del día –que muestra los elementos del primer cuadro de Izquierdo, Retrato de Belem– conmemorando su 112º aniversario.
*Una historiadora del arte estadounidense especializada en arte latinoamericano, Nancy Deffebach, publicó un libro que examina y compara las propuestas de izquierdo y Frida Kahlo frente a su época y el papel de la mujer.
*Los restos de la pintora descansas en la Rotonda de las personas ilustres del Panteón Dolores (CDMX), donde una estatua de piedra hace referencia al cuadro “El idilio” de la mexicana.
*También, una estatua conmemora a la artista originaria de San Juan de los Lagos en la Rotonda de los Jalicienses Ilustres (Guadalajara).
*Actualmente (del 31 de enero al 5 de agosto del 2018), tres de sus obras pueden verse en la Colección del Museo de Arte Moderno en Chapultepec (CDMX) y el Museo Rufino Tamayo es hogar de otro de sus cuadros.
*La mayoría de los cuadros de la artista pertenecen a colecciones privadas. La Colección Andrés Blaisten alberga 34 de sus obras. En estas fechas, 26 de los cuadros se encuentran exhibidos en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara.
TOP imperdibles de María Izquierdo
7. Paisaje con piña (1953, Museo de Arte Moderno CDMX)
Un paisaje un tanto tétrico por los árboles talados y deshojados que denota abandono y sequía pero con colores brillantes que contrastan con dicha primera impresión. Una dualidad que hace que nos preguntemos qué hay detrás de los trazos de la pintora.
Una mujer en pena sentada, unas piernas que salen de un objeto de astronomía que quizá representa el universo y columnas. ¿Es acaso una referencia a la opresión a la mujer y el intento del hombre por llevar el control a pesar de que todo se desmorone?
5. Zapata (1945, Colección Blaisten)
Unos caballo sobre una tumba que, por la inscripción, podría ser del mismísimo jefe revolucionario Emiliano Zapata. Los colores son impresionantes y se mantienen en una gama. Si los caballos representan libertad en la obra de Izquierdo, ¿qué muestran en este cuadro? Quizá la pérdida de su jefe que le daba sentido, o tal vez lo lloran para continuar viviendo y empezar una nueva vida sin él.
4. Sueño y presentimiento (1947)
Uno de los cuadros más surrealistas de Izquierdo muestra a sí misma con su propia cabeza degollada en la mano, un cuerpo que se va deshaciendo conforme se aleja, montes con cruces, naturaleza marchita y otras cabezas. Si bien, se trata de un sueño es también el presentimiento de algo más…
3. La soga (1947, Colección Blaisten)
Un camino, árboles marchitos, un caballo y una soga colgando. Las referencias a una potencial muerte que aguarda y a la libertad. Tal vez María habla de decisiones, capacidad de elección, individualidad y también desolación, abandono de la persona en el mundo… El hecho es que una vez más retrata con símbolos una realidad que podría ser entendida por todos.
2. La tierra (1945, Colección Blaisten)
Una mujer desnuda tapada únicamente con un rebozo blanco hincada sobre la tierra y con una expresión que no solamente muestra desesperación…
1. El idilio (1946, Colección Blaisten)
Una escena un tanto surrealista pero más apegada a algo real: unos amantes sentados en una fuente que, a su vez, está situada en medio de un bosque o parque marchito. Un cuadro que sin duda refleja las incertidumbres y emociones más profundas de izquierdo sobre la relación hombre-mujer, el ocultamiento de la persona ante el otro y la incapacidad de comprenderlo en su totalidad.
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