jueves, 22 de marzo de 2018

José Alfredo Jiménez y su mundo raro




"Yo compongo mis canciones
pa' que el pueblo me las cante,
y el día que el pueblo me falte,
ese día voy a llorar."

En el año 2016, el cantante y compositor Bob Dylan ganó el Premio Nobel de Literatura ya que la Academia Sueca consideró que este autor era digno de ganarlo “por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la tradición de la gran canción americana”. Este hecho disgustó y sorprendió a muchos, pero dejó satisfechos a otros quienes creen que el músico logró cambiar la forma de escribir poesía y de cómo transmitirla para llegarle a los jóvenes norteamericanos.


“Si nos dejan” podríamos alegar que con esta justificación también pudo haber merecido dicho magno premio un hombre que sigue siendo un importante pilar de la música mexicana, cuyas canciones son indispensables tanto en fiestas como en algunos sepelios. Sí, “el rey”, el portavoz de los sentimientos nacionales, el ícono de la música ranchera: el inigualable José Alfredo Jiménez.
José Alfredo a los 7 años (1933. Foto de Museo José Alfredo Jiménez)
Nació en 1926 en Dolores Hidalgo (Guanajuato); lugar de donde emergió la Independencia de México. Desde pequeño, José practicó diversos oficios: fue encargado de una tienda de abarrotes e incluso llegó a ser portero de fútbol de la primera división en los equipos Oviedo y Marte. Pero no fue hasta que, trabajando como mesero y cantante en el restaurante La sirena, lo escucha Andrés Huesca, quien asombrado por los talentos del muchacho como cantante y compositor lo invitó a grabar en la emisora XEX-AM la canción “Yo”, la cual lo catapultaría a la fama.

José Alfredo no tuvo una verdadera educación musical, no sabía tocar instrumentos ni sabía teoría músical debido a que pasó su juventud inmerso en diversos oficios, pero dicha falta teórica no fue ningún obstáculo para que pudiera componer más de 200 piezas musicales. De hecho, se cuenta que José Alfredo le silbaba las melodías a Rúben Fuentes para que este las arreglara con la finalidad de que el Mariachi Vargas de Tenochtitlán las pudiera interpretar posteriormente.
Sus composiciones trascendieron y se volvieron históricas no solo porque fueron bien recibidas por el público y por sus apariciones en filmes de la Época de Oro del cine mexicano; sino porque también fueron interpretadas por leyendas de la música mexicana como Pedro Infante, Jorge Negrete, Vicente Fernández, Lola Beltrán, Chavela Vargas, Juan Gabriel, Luis Miguel, entre muchísimos otros.
Jorge Negrete, Lola Beltrán, Pedro Infante, José Alfredo y Javier Solís
¿Qué hay en las letras de José Alfredo? 
Se dice que el autor se inspiró en sus propias vivencias para poder escribir sus canciones y es precisamente en sus propias letras que podemos ver reflejados dos de sus grandes vicios: la bebida y las mujeres. Muchas letras de su repertorio fueron dedicadas a mujeres a quienes quería conquistar; por ejemplo, la canción “Paloma querida” que escribió para  su primera esposa Paloma Gálvez, “Si nos dejan”  que se dice que le dedicó a la actriz Columba Domínguez y “Amanecí entre tus brazos” a Lucha Villa. También se cuenta que la única canción que escribió por encargo fue “Despacito” y que el que se la pidió fue su amigo, el mismísimo Pedro Infante para dedicársela a Irma Dorantes.

Ahora bien, si tuvieron oportunidad de leer nuestro escrito sobre Octavio Paz, habrán podido ver que desde el pensamiento de Octavio descubrimos que la cultura mexicana tiene cierto apego al masoquismo, ya que el mexicano le rinde una especie de culto al dolor al encarar temas fuertes como la miseria y la muerte. Con José Alfredo Jiménez esta premisa no pasa inadvertida. En sus letras podemos encontrar elogios a las derrotas amorosas y a los fracasos de las conquistas. En ellas, encontramos que la penas amorosas pueden ser superadas a través de una especie de proceso catártico que es auxiliado por la música y las bebidas alcohólicas; que el alcohol funciona como un sedante del alma que ayuda al individuo a lograr aceptar la desdicha que lo carcome. Ejemplo claro son las canciones “Tu recuerdo y yo” y “Ella”.

No queda duda alguna de que las letras de José Alfredo están involucradas en la educación sentimental de una nación y que forman parte de la vida cultural, psicológica y afectiva de un país. Su composición lírica y musical ha trascendido generaciones y clases sociales y, así, se ha instalado en el imaginario colectivo de México.

Sus canciones describen el caos que provocan internamente las emociones y también exhiben la conducta de una existencia desgarrada y errante por un amor. José Alfredo se convirtió por medio de sus letras en el vocero de la poesía de la desolación que va en busca de la autocompasión. Para los oyentes, algunos versos de las composiciones del guanajuatense funcionan como poesía, pues las relacionan con situaciones o secuencias personales, con emociones compartidas.

Parece que mientras no se escuchen las composiciones de José Alfredo, estas son temas musicales que permanecen en estado latente a la espera de que alguien se enamore o experimente alguna desilusión para que entonces llegue el momento de recurrir a sus cobijadoras letras –retomar las rancheras y esta especie de poesía que José Alfredo compuso– para despertar un sentimiento compartido en el que todos alguna vez podemos sentirnos inmersos.

Muerte de José Alfredo Jiménez
El compositor muere a la edad de 47 años –en el año 1973– por una cirrosis hepática, producto de las cantidades excesivas de alcohol que ingería. Sus restos descansan en una icónica tumba en el cementerio de su pueblo natal. El mausoleo está compuesto por un sombrero y un largo y colorido zarape que dentro de cada franja tiene escrita una canción del autor. Es debajo del enorme sombrero donde descansan los restos de José Alfredo con la frase “la vida no vale nada” (de su composición “Caminos de Guanajuato”).
Tumba de José Alfredo (Dolores Hidalgo, Guanajuato. Foto de @mafafasmusguitos)
Actualmente es posible visitar el panteón de Dolores Hidalgo para admirar el mausoleo y pasar un catártico y emotivo momento al brindar en honor del compositor guanajuatense acompañado de sus canciones tocadas por mariachis. Es una experiencia que recomendamos ampliamente. También es posible visitar su Casa-Museo que está en el centro de Dolores, no muy lejos del cementerio.
Casa-Museo de José Alfredo (Dolores Hidalgo, Guanajuato. Foto de @mafafasmusguitos)
Datos curiosos
-Se dice que junto a Chavela Vargas llevó serenatas a sus conquistas y a las de ella en la Ciudad de México.
- El compositor dedicó a sus seguidores la canción “Gracias” en la cual el autor confiesa lo siguiente: “Yo he ganado dinero; el dinero pues no sé ni por dónde lo tiré, pero sus aplausos esos los traigo aquí adentro, y ya no me los quita nadie, esos se van conmigo hasta la muerte"

-Se dice que en su última aparición en Dolores Hidalgo iba acompañado de un joven compositor al que apadrinó. Este joven era Juan Gabriel.

-En el 2003 salió a la venta el álbum XXX De un mundo raro que intentó acercar nuevas generaciones al autor haciendo covers con figuras del rock de ese año como Panteón rococó, El Tri, Saúl Hernández, entre otros. En el 2018 salió el álbum Un mundo raro  –dirigido por Camilo Lara– que también consiste en covers de voces muy reconocidas actualmente como Jarabe de Palo, Julieta Venegas, Lila Downs, Andrés Calamaro, Enrique Bunbury, entre muchos más.
-José Alfredo actuó en cerca de 8 películas, entre ellas Camino de Guanajuato, Pura Vida, Arrullo de Dios y El enamorado.  

-En el 2014 salió una película bajo la dirección de Jack Zagha Kababie llamada En el último trago. En ella, un trío de amigos recorren los caminos de Guanajuato para llegar al museo de José Alfredo Jiménez con la intención de cumplir el último deseo de su difunto amigo.  

-La canción “Un mundo raro” es interpretada por La Santa Cecilia en el álbum musical de Coco, la película de Disney ganadora del premio Óscar 2018 a mejor película animada.  

-En 1999 Carlos Monsiváis escribió un breve escrito en el periódico La Jornada sobre José Alfredo Jiménez.
-En el 2016 Google le dedicó un doodle por su 90º aniversario.

Top imperdibles de José Alfredo Jiménez
Es realmente muy difícil elegir solamente 7 composiciones del autor, por lo que nos basamos en la popularidad y trascendencia de las canciones para posicionarlas y –por desgracia– tuvimos que dejar fuera de esta lista joyas como “Duermase mi niño”, “Qué bonito amor” y “Vámonos”, entre otras. Esperamos sean de tu agrado.

Una de las letras más tristes de Alfredo trata sobre la historia de una relación que poco a poco se va desgastando por el distanciamiento.

“No vale nada la vida”... Esta canción se la dedica al estado de donde es oriundo, el primer verso del tema le surgió cuando murió su hermano Ignacio en Salamanca. De hecho, en la misma canción dice “no pases por Salamanca que me hiere el recuerdo”.

“¿Qué voy a hacer si deveras te quiero?”... Esta pieza es un ícono de la música mexicana, una de las más bonitas y alegres del autor, también fue interpretada por Pedro Infante y actualmente Luis Miguel la interpreta en su álbum ¡México por siempre!

4. Ella (Me cansé de rogarle)   
Este clásico que trata sobre un fracaso amoroso es uno de los temas más conocidos del cantante, la han interpretado importantes figuras de la música mexicana como Pedro Infante y Vicente Fernandez.

Otra de las canciones más icónicas del “rey” refleja en sus letras la pérdida de un amor, el cual quiere despedirse para siempre en el “último trago”.

La canción que José Alfredo dedica a un amor prohibido es, indudablemente, otra de las más populares y ha sido interpretada por diferentes artistas, entre ellos –otra vez– Luis Miguel y Vicente Fernandez.

1. El rey
Una canción fundamental  en la cultura mexicana que consagró a José Alfredo Jiménez como pieza fundamental de la música ranchera y no falta en ningún lugar donde haya un mariachi tocando.

jueves, 15 de marzo de 2018

Para saborear Colima

Colima (Foto de @MafafasMusguitos)
“–Hace calor aquí– dije.–Sí, y esto no es nada– me contestó el otro. –Cálmese. Ya lo sentirá más fuerte cuando lleguemos a Comala. Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno. Con decirle que muchos de los que allí se mueren, al llegar al infierno regresan por su cobija.” Juan Rulfo (Pedro Páramo)
Volver a referir a Juan Rulfo en nuestro blog es más que necesario en esta ocasión. Muchos consideran su obra como el reflejo de la esencia misma del mexicano y de la vida campestre al retratar sus actitudes en el día a día y sus posturas sobre la vida y la muerte. Hasta aquí la obra del autor puede ser adjudicada a muchos estados de México, pero su rica forma narrativa sobre el clima y otros eventos naturales hacen que realmente uno reviva –o, si es el caso, imagine– su estadía en Colima.


Pero no hay que malinterpretar la cita de Rulfo, es verdad que Colima es un estado muy caluroso tanto en el día como en la noche –tanto así que los ventiladores o el aire acondicionado sean casi indispensable en los hogares–, pero esto no es nada nuevo para quienes conocen alguna playa mexicana. De hecho, es realmente muy placentero caminar por los calurosos rumbos de Colima, disfrutar de sus paisajes, su gastronomía y sus dulces y, si el calor realmente te es un problema, no te preocupes, este estado te refrescará con sus deliciosa diversidad de bebidas.


Ahora bien –no les mentiremos–, Colima realmente es pequeño, pero eso no significa que este estado no nos pueda maravillar con sus riquezas. Es por ello que tras recorrer algunos puntos que nos maravillaron les presentamos un top de atracciones que les recomendamos –y que les sugerimos no perderse– si planean visitar este hermoso estado para que puedan saborear y vivir su tradición.

6. Nogueras
Hacienda de Nogueras (Foto de @MafafasMusguitos)
Ubicado en el municipio de Comala, Nogueras ofrece una bella hacienda colonial que actualmente alberga un frondoso y verde parque ecológico y el Museo Universitario Alejandro Rangel Hidalgo donde, además de artesanias y objetos típicos de la región, se encuentran algunas de las obras del talentoso pintor y artista colimense del mismo nombre (1923-2000). Sus obras, además de tener un estilo característico que resalta por su sencillez, adornan varios recintos de todo el estado.


5. Tecomán & Boca de Pascuales
Palmas cocoteras en Tecomán (Foto de @MafafasMusguitos)
El municipio de Tecomán, “el lugar de nuestros abuelos” y la capital limonera de México, es conocido por haber sido el primer asentamiento español en la zona y por ser uno de los mayores productores de limón y coco del país. Ir a la playa Boca de Pascuales y comer en Las hamacas del Mayor es algo imprescindible por su tradición de 65 años; pues además de disfrutar de ricos y fresquísimos mariscos y acompañarlos con cervezas locales y agua de coco natural, se está frente a las olas del mar. Es un excelente lugar para disfrutar del sonido, olor y magnificencia de los mares del Pacífico y olvidar el resto del mundo mientras se deleita el paladar.
Playa Boca de Pascuales (Foto de @MafafasMusguitos)
4. Villa de Álvarez
Parroquia de San Francisco de Asís (La Villa) (Foto de @MafafasMusguitos)
“La Villa” con su Jardín Independencia, los restos del Templo de San Francisco que datan del Siglo XVI y la actual parroquia es otro lugar imprescindible. Uno puede disfrutar la vista y caminar tranquilamente por el parque mientras prueba una tradicional paleta de vainilla con ate de membrillo.
Como en el resto de México, la gastronomía es un punto importantísimo en el Estado de Colima y ¿qué mejor manera de disfrutar la tradición culinaria que en las famosas cenadurías? A partir de la tarde y durante las noches, las calles de Colima y los municipios aledaños reviven cuando abren las cenadurías –aquellos lugares donde se merienda o cena ricos antojitos y platillos mexicanos–. Por nuestra parte, recomendamos especialmente la Cenaduría Julia que desde 1920 deleita a colimenses y turistas de Villa de Álvarez y de otros municipios que se trasladan hasta allá para cenar sopitos, tacos dorados de panela, pozole y muchas otras delicias acompañados de una rica agua de coco.
Cenaduría Julia en Villa de Álvarez (Foto de @MafafasMusguitos)
Además, Villa de Álvarez es el hogar de la internacionalmente conocida plaza de toros La Petatera que cada año en febrero –desde hace más de 170 años– es construida con petate y madera para diferentes eventos.

3. Colima
Al entrar a la Colima uno se topa o con el Rey Colimán o con el par de tradicionales perros xoloitzcuintles que parecen bailar pero en realidad representan la transmisión de sabiduría de una generación a otra. Ambas esculturas dan la bienvenida a la capital del estado y te permiten comenzar a sentirte dentro del ambiente que te ofrece todo el estado: una tradición.
Glorieta de los "Perritos colimotes" (Foto de @MafafasMusguitos)
Colima es un típico pueblo colonial cuyo rasgo distintivo es la vegetación de sus jardines. Su bello jardín central (el Jardín Libertad) plagado de palmeras y árboles y rodeado de portales donde resaltan la Catedral Basílica, el Palacio de Gobierno y el Hotel Ceballos forma una postal digna de recordar.
Jardín Libertad (Foto de @MafafasMusguitos)
Estos portales también albergan el pequeñísimo Museo Regional de Colima con una muestra de artesanías y objetos de diversas épocas que narran la historia del estado –aunque, digámoslo, no es imprescindible–.  
Lo que sí resulta inigualable es la vista desde la terraza del Hotel Ceballos, donde de día y de noche se puede admirar la sencilla belleza de la plaza principal. Además, en las noches de fin de semana se convierte en un bar patrocinado por la marca local de cervezas artesanales: Cervecería de Colima que ofrece cervezas artesanales que, además de apoyar lo local, conmemoran lugares y personajes célebres del estado.
Terraza Trapiche (Foto de @MafafasMusguitos)
Tubero (Foto de @MafafasMusguitos)
Otros imperdibles son las refrescantes bebidas tradicionales: el bate (de semilla de chan), el tejuino (de masa de maíz y piloncillo) y la tuba (de la savia de la palma de coco servida, opcionalmente, con cacahuate o preparada con ponche de granada). Nosotros recomendamos la tuba, específicamente la que venden los locales en la esquina del portal Madero –donde se encuentra el hotel– y el Andador Constitución, donde además se pueden comprar artesanías de la región –incluidos los típicos perritos xolos–.
Para rematar, a pocos pasos de la plaza central de Colima se encuentra otro restaurante de tradición desde 1956: Los Naranjos, que ofrece desayunos, comidas y cenas –aunque, francamente, recomendamos que vayan a desayunar–.


2. Comala
Comala (Foto de @MafafasMusguitos)
“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre un tal Pedro Páramo..”
Si eres admirador –como lo somos nosotros– de la obra de Juan Rulfo, amarás este lugar; no solo porque la novela Pedro Páramo se sitúa aquí, sino porque verás que este Pueblito Mágico estima mucho a Rulfo. Tanto así que lo inmortalizaron en una estatua frente a la iglesia principal y dentro de los locales comerciales notarás que hay muchas referencias al texto, desde frases en playeras o llaveros hasta la cerveza artesanal de la Cervecería de Colima que lleva el nombre de Páramo.
Estatua de Rulfo en Comala (Foto de @MafafasMusguitos)
Don Comalón (Foto de @MafafasMusguitos)
Si decides callejonear en este bellísimo pueblo, no olvides probar los ponches que son bebidas hechas a base de agua o de leche y una pequeña cantidad de alcohol puro de caña mezclado con frutas, semillas e ingredientes naturales que lo ayudan a mejorar su consistencia. El más tradicional es el de granada, pero no te limites, puedes pedir muestras hasta encontrar el sabor que a ti más te guste, pues los hay de pistache, café, coco, maracuyá… Tampoco te pierdas el pan de Comala: el picón, que elaborado artesanalmente por los locales conserva el deliciosos sabor de pueblo mexicano. Y por si no fuera suficiente, en Comala podrás sentarte en los portales a disfrutar del paisaje y la música regional mientras comes en Don Comalón. Aquí puedes pedir a la carta, pero basta con pedir cualquier bebida –alcohólica o no– para que te llenen la mesa una y otra vez con deliciosas botanas –como sopitos, quesadillas de papa, tostaditas de pescado o guacamole–.


1. Manzanillo

Además de ser uno de los puertos comerciales más importantes de México y contar con el único aeropuerto internacional del estado, Manzanillo es una bonita zona costera con varias playas cuya suave arena posee un característico tono oscuro y cuyas olas permiten nadar en el mar y realizar actividades y deportes acuáticos. Por ser un destino turístico y una bonita playa donde uno puede disfrutar de la hermosura de las incomparables playas mexicanas –por su mar, su arena y su clima– es que llega al puesto número uno en nuestras recomendaciones.
Bahía de Manzanillo (Foto de @MafafasMusguitos)