martes, 19 de septiembre de 2017

José Emilio Pacheco y su "Máquina del tiempo"

Sales de trabajar a las 7:00 pm en punto, estás a escasos 5 minutos de salir cuando tu jefe se acerca para decirte que al otro día temprano saldrá a una junta y necesita que le hagas con urgencia una lista de los adeudos que va a pagar a primera hora del siguiente día, ya que es el último y no piensa pagar intereses. No es posible que declines la petición pues te urge un incremento de sueldo. Terminas 30 minutos después, al salir te das cuenta de que está granizando, por lo que tienes que correr por la avenida Baja California para llegar al metro Chilpancingo. Después de 3 trenes, entre empujones y codazos, te abres paso para subir al vagón. Adentro un par de señores empiezan a discutir, la pelea se apacigua cuando entre la multitud alguien grita: “¡si no te parece vete en taxi!”.
El tren va muy demorado, tarda cerca de 15 a 30 minutos en transportarse de una estación a otra, te empiezas a sofocar por el calor que produce tanta gente amontonada y la ausencia del sistema de ventilación. Seguido de secarte el sudor de la frente, metes la mano en tu bolsillo con la intención de sacar tu celular para ver la hora, buscas y buscas y te das cuenta de que ya no lo tienes, intentas recordar si no lo dejaste en la oficina, después de minutos de cavilar caes en cuenta que te lo han robado. Sientes ganas de reclamarle a alguien. Intuyes que el ladrón debe seguir en el vagón, pero te resulta ridículo pensar que revisarás a cada pasajero. Así que te resignas, el metro se queda parado cerca de 30 minutos en la estación Ciudad Deportiva, decides que puede ser más rápido caminar sobre el Viaducto Río de la Piedad, así que te aventuras. Sales, ves que la avenida está congestionada de automóviles debido a una leve inundación y un choque vehicular justo en el semáforo que está a la altura de la Calle 47, no se ve ningún policía de tránsito ayudando. Llegas a casa a las once de la noche empapado, te secas y te cambias, acto seguido prendes el televisor para escuchar algo mientras cenas, solo hay noticias en las que informan las inundaciones provocadas por la lluvia y el tráfico que producen. En otras noticias informan un posible incremento al precio de la gasolina, una guerra contra el narcotráfico en Michoacán, una mujer secuestrada por un uber en Aguascalientes, víveres que estaban destinados a Estados destruidos por un temblor de días atrás han sido robados. Decides apagar la televisión. La ira que te provoca toda esta sofocante lluvia de noticias amarillistas, los truenos y cláxones que vienen desde la calle hacen que desde tu corazón te surja el pensamiento: “no amo mi patria”. Odias su delincuencia, sus pésimos dirigentes, la imperante ignorancia, la injusticia. Lamentas que la belleza natural, cultural e histórica que tanto amas del país sea eclipsada por todo lo antes mencionado, crees que sería hipócrita decir que amas tu país cuando realmente odias vivir en él.
(Pedro Méndez. Basado en Alta traición de José Emilio Pacheco)

El cuento anterior busca hacer un humilde homenaje al estilo que Pacheco utiliza en algunos de sus cuentos. Y aunque, evidentemente, no está a la altura de la pluma del escritor mexicano, se tomó el riesgo de intentar copiar su estilo para, a la manera de Pacheco, impregnar al lector de la realidad que los mexicanos vivimos: un sentimiento de hostilidad ante la situación actual del país.


Alta traición
No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
       es inasible.
Pero (aunque suene mal)
       daría la vida
por diez lugares suyos,
       cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
       fortalezas,
una ciudad deshecha,
      gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
       montañas
—y tres o cuatro ríos.


Este poema fue escrito en 1966 y, a pesar de ello, Pacheco ya consideraba la ciudad “gris” por la contaminación; “monstruosa” por la violencia, la injusticia, el hacinamiento y el desorden; “deshecha” por la compra-venta de tantos inmuebles con el único fin de obtener ganancia económica. Sin embargo, el mismo autor resalta los puertos: Veracruz, Coatzacoalcos y Campeche; los bosques de pinos, los que en su infancia rodeaban la Ciudad de México y ya han desaparecido para cuando escribe el poema; las fortalezas: Chapultepec, San Juan de Ulúa y los baluartes de Campeche[1]. Mas, ¿qué buscaba el autor con estos contrastes? ¿Quién es él y por qué escribe así? Intentemos buscar una respuesta.


¿Quién es José Emilio Pacheco?



Muchos consideran a Pacheco un polígrafo, es decir, un hombre dotado de una mentalidad interesada por diversos objetos culturales que después son concretados en la escritura. Eso se comprueba en las diferentes ramas en las que llegó a incursionar. Se le considera cronista, traductor, poeta, narrador, escritor, editor, bibliófilo, periodista y ensayista. Nació el 30 de junio de 1939 en la colonia Roma de la Ciudad de México (calle de Zacatecas #76), aunque también llegó a vivir en el puerto de Veracruz, por lo que ambas locaciones serán muy recurrentes en su obra.

Estudió Derecho y Filosofía en la UNAM, donde realizó sus primeros trabajos literarios para revistas estudiantiles, mas él comenta que empezó a escribir desde mucho antes al querer continuar con la historia, en su versión infantil, de la novela Quo Vadis? que le habían regalado sus abuelos. El legado que construyó José Emilio Pacheco hasta el día de su muerte, el 26 de enero del 2014, cuenta con, al menos, 16 obras poéticas, 2 novelas, 3 libros de cuentos, 3 artículos y 6 traducciones, entre otras. Entre los premios que obtuvo a lo largo de su carrera cuenta con un premio Miguel de Cervantes, Premio Ariel por mejor guion  cinematográfico en 1973, premio Octavio Paz, Premio Pablo Neruda, entre otros. No sin razón es considerado una figura clave de la literatura mexicana del siglo XX.

Su obra
En la mayoría de sus textos se cuenta con poesía, novelas y cuentos. En todos, el autor nos muestra que tiene conocimientos amplios sobre la historia universal, pues hace alusión a personajes como Lincoln, Alejandro Magno, Hittler y los nazis, etc. También en su obra lírica tocó diversos temas que van desde sus elogios a diversos animales, a la elaboración de un homenaje a Nezahualcóyotl. Sin embargo, sus temas más recurrentes son el tiempo, la destrucción y la memoria.

A veces por estar anonadados en nuestras grandes preocupaciones, proyectos, frustraciones, etc., olvidamos apreciar cosas muy sencillas. Olvidamos que la vida está hecha de pequeños instantes, de mínimos detalles, de aquello que la mayor parte del tiempo es imperceptible a nuestros sentidos, pero estos nimios detalles son, en ocasiones, fundamentales en nuestras vidas o marcan de alguna manera etapas de nuestra existencia, tanto así que cuando se vuelve para apreciarlas ya solo se logran visualizar con cierta carga de nostalgia. Eso que “olvidamos” apreciar es el sello característico de Pacheco.

Se puede considerar a José Emilio Pacheco como el mago que convierte la cotidianidad en poesía, un mago capaz de ver lo maravilloso en lo que lo rodeaba. A través de sus escritos, nos ofrece una experiencia singular de transportarnos en el tiempo, sacando a flote los restos de un pasado que poco a poco se va olvidando.

En sus publicaciones más entrañables -Las batallas en el desierto y El principio del placer-, el autor nos retrata los dos hogares que tuvo: la Ciudad de México y el puerto de Veracruz de los años cuarentas y cincuentas, y en ambas obras nos demuestra la fascinación que tenía por ellos. Pacheco nos retrata un México dirigido por el presidente Miguel Alemán, un país que comenzaba a ser moderno y donde empezaría a cesar lo tradicional poco a poco para comenzar a adoptar tradiciones y costumbres extranjeras. Sus obras nos transportan a un México en la época en la que el autor vivió su infancia: a un puerto de Veracruz con su tradicional café La parroquia; a una Ciudad de México que aún tenía ríos, bosques y donde las montañas se podían apreciar por la ausencia del esmog; a un tiempo en el que la televisión aún no aparecía, la música se escuchaba en sinfonolas y los géneros que imperaba eran los boleros y la música infantil de Cri-Crí. El autor utiliza la magia de su pluma para llevarnos de la mano a una época en la que los niños llevaban tortas de nata, borrachitos y cocadas para comer en el recreo y baleros, trompos, canicas modelo agüita, cayucos, ojo de gato, o “bombochas” para jugar; cuando coleccionaban las tiras cómicas de Bazooka Joe, Mandrake el mago o La familia Burrón


Su obra en la actualidad
En el mismo viaje a través del tiempo, increíblemente, Pacheco logra retratar también en sus obras las quejas que tanto suenan hoy en día y que ya desde esos tiempos sonaban. Quejas respecto a la excesiva población, la delincuencia, la contaminación, las inundaciones, entre otras. Y junto a su descripción de una ciudad que se fue, Pacheco nos describe una moral que no del todo se ha ido: una ideología que consideraba que una mujer que estuviera fuera de casa y trabajando no era decente, pues tenía que complacer en todo a su esposo; donde los niños bastardos eran relegados; el racismo era considerado normal en las escuelas y la sexualidad era sumamente censurada.  En sus textos también nos retrata cómo también en ese momento existía mucha gente muy pobre y poca gente muy rica.

Llega a ser sorprendente que al adentrarte en las lecturas de un escrito que está ambientado en un México de hace más de cincuenta años, algunas cosas permanezcan tan similares, como las quejas respecto a inundaciones, delincuencia, sobrepoblación, pobreza, abuso de los gobernantes, etc. Y es justo eso lo que se buscó retratar en el cuento que abre este escrito: remarcar que hay temas que en la ciudad parecieran permanecer desde hace mucho tiempo y que rompen el tejido social, y que el sentimiento de impotencia ante el caos de la ciudad que mostró Pacheco en sus obras es igualmente compartido con el presente. Por otro lado, también se puede vislumbrar una superación en la actualidad respecto al trato a la mujer, que cada vez es más libre e independiente, así como de la actual regularización en escuelas respecto al tema del racismo y del bullying.

Como se ha mencionado, la vasta obra de José Emilio Pacheco nos ofrece magníficos poemas, cuentos tanto terroríficos como enigmáticos y novelas fascinantes. Es un autor que brilla por su sencillez, pues no utiliza un lenguaje rebuscado y no por ello carece de precisión. Aspecto que lo vuelve sumamente recomendable para cualquier lector. Pacheco es un gran exponente mexicano que vale la pena recuperar, pues con su sencilla pluma nos demuestra cosas tan esenciales como sentimientos que todos compartimos y nos hace recordar que la vida es más que un compendio de instantes, que lo importante está en lo más sencillo y que, incluso con la desesperación y el enojo ante la caótica situación de la nación, muchos no podemos hacer otra cosa mas que amarla. Si uno está interesado en leerlo, más vale que se disponga a viajar a través de sus escritos, a recordar, imaginar y experimentar todo de una ciudad que se fue...


Datos curiosos

-La banda Café Tacuba, bajo la composición del bajista Enrique Rangel en 1987, inmortalizó en la canción Las Batallas la emblemática novela Las batallas en el desierto. Irónicamente José Emilio y el popular cuarteto jamás pudieron conocerse a pesar de que en una ocasión coincidieron en Querétaro.

-La misma emblemática novela fue llevada a la pantalla grande bajo la dirección de Alberto Isaac con el nombre de Mariana, Mariana, en el año de 1987 con un elenco que incluía a Pedro Armendáriz Jr., Elizabeth Aguilar, Saby Kamalich, etc.

-Emilio fue conyugue de Cristina Romo Hernández mejor conocida, al adoptar el apellido del escritor, como Cristina Pacheco la famosa periodista, escritora y conductora.




Los 5 cuentos y novelas imperdibles de José Emilio Pacheco

5. Morirás Lejos, 1967
Una fantástica novela que parte de un hombre que diariamente lee el Aviso oportuno de un periódico y se desenvuelve en múltiples posibles historias paralelas relacionadas con el nazismo y la Segunda Guerra Mundial. Debido a su estilo único es catalogada como “literatura de incisión”, pues las posibles historias se van insertando por partes.


4. Viento distante, 1963
Una recopilación de cuentos un tanto más oscuros a los de otros libros, pero que siguen tocando la temática eje de Pacheco. Sin duda, muy recomendable.


3. La sangre de Medusa y otros cuentos marginales, 1990 (relatos de 1956-1984)
Recopilación de cuentos que fueron publicados en sus primeros años como escritor en revistas poco conocidas y algunos otros que no se habían recopilado.

2. El principio del placer, 1972
Cuentos que hacen ver lo fantástico como cotidiano y donde lo cotidiano se hace espectral. Esta serie de relatos hablan sobre las edades humanas desde la infancia hasta la vejez, y los cambios de enfoques y perspectivas de la vida que hay en ellas.


1. Las batallas en el desierto, 1981
La obra más famosa y entrañable del autor, trata de un amor imposible ubicado en la vieja ciudad de México. 

           


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