Comienzos
Entre 1936 y 1959, la industria fílmica mexicana se convirtió en el centro de
las películas comerciales de Latinoamérica y habla hispana y adquirió un reconocimiento a nivel
internacional, es la etapa a la que hoy se le adjudica el nombre de “la época
de oro del cine nacional”. Es decir, durante estos años la tierra del agave,
las flores de cempasúchil y el nopal generaba un cine que era consumido tanto
por latinoamericanos como por europeos y que competía con películas
estadounidenses. Por lo tanto, era menester que la cultura mexicana se propagara
y se diera a conocer al mundo a través de dicha industria.
Durante esta época, existió un personaje polémico
y reconocido no sólo por sus películas sino por su extravagante vida y su
fuerte temperamento. Un hombre aficionado a la pólvora, considerado por algunos
como el vivo ejemplo de la hombría, un charro de pies a cabeza, de esos que
compadreaban con la muerte; que tomaba sus mezcales en compañía de Juan Rulfo y
Diego Rivera, en pocas palabras, un hombre que pedía su elote con chile del que
sí pica: Emilio Fernández Romo.
A este hombre, nacido en el año de 1904 en Mineral del Hondo (en el
estado de Coahuila), se le apoda el Indio debido a que era hijo de una indígena
kikapú y de un general de Pancho Villa. A
los 10 años de edad se unió a los frentes del mismísimo Villa sin saber
realmente la razón por la que luchaban los revolucionarios, sino debido a que
su padre lo jaló junto con su madre.
Retrato de su padre |
Emilio creció durante la
Revolución Mexicana y se volvió un hombre de armas tomar. Al fracasar en el
levantamiento de Adolfo de la Huerta contra el Gobierno de Álvaro Obregón, fue
recluído 3 años en prisión de donde poco después se fugó, abandonando el país y
dirigiéndose a Chicago. Fue en esta expedición al país vecino donde ejerció
múltiples trabajos: desde agricultor hasta albañil en una constructora que,
entre otras cosas, hacía escenarios para Hollywood -lugar en el que poco después
trabajaría como extra y doble de estrellas-.
Una vez en Hollywood, se
encuentra con otros mexicanos y establece nuevas relaciones. Aún así, el indio
seguía con la idea de regresar a México para volver a la lucha armada hasta que
Adolfo de la Huerta le dijo: “México no quiere ni necesita más revoluciones, Emilio. Tú
estás en la Meca del cine, y el cine es la herramienta más efectiva que los
humanos hemos inventado para expresarnos. Aprende a hacer películas y regresa a
nuestra patria con el conocimiento. Haz nuestras películas y así podrás
expresar tus ideas de manera que lleguen a miles de personas”.
Con
las palabras de Adolfo y la estética cinematográfica de Sergei Eisenstein empleada en su filme ¡Viva México![1], el indio decidió incursionar en el
cine mexicano actuando en papeles pequeños, hasta que consiguió el rol protagónico
en la película Janitzio[2] dirigida
por Carlo Navarro. Esta película sería reinterpretada bajo la dirección del mismo
Indio Fernández bajo el nombre de María
Candelaria y llevaría a su director a ser galardonado con la Palma de oro en el Festival de Cannes
unos años después. Y así fue como hizo los primeros pininos de un legado que
incluye más de 40 películas y diversos premios internacionales entre los que
figuran: premios Ariel, un Internacional Award y Palmas de oro.
Declive de su carrera
Su violento carácter no lo llevó siempre por el
buen camino, de hecho se decía que siempre andaba armado. Algunos creían que el
Indio no lograba diferenciar la vida real del mundo cinematográfico, ya que en
una racha muy corta de tiempo se metió en diversos problemas. Un día asesinó a
un artista con un disparo en la cabeza; en otra ocasión disparó a periodistas
en una riña en su casa y uno fue gravemente herido, Fernández salió de prisión
bajo fianza en ambos casos. En otro momento, un camión de pasajeros “se le
cerró”, a lo que respondió de una manera muy temperamental y le disparó sin
importar los pasajeros que estaban dentro. Logró zafarse de prisión nuevamente
pagando fianza.[3]
No fue hasta 1979 que lo encarcelaron por matar a un campesino en Torreón
después de intentar huir hacia Guatemala.[4]
Al estar envuelto en tantos escándalos, su fama
empezó a crecer pero de una manera despectiva, por lo que no volvió a dirigir
una película sino que sólo actuó hasta que llegó el día de su muerte. Cabe
decir que en este momento del declive del Indio, es el español Luis Buñuel quien
forma su propio legado.
Anécdotas de vida
Ahora bien, en torno a su vida
hay una diversidad de anécdotas realmente sorprendentes. El más famoso es que
él fue el modelo para hacer la estatuilla de los Óscares, ya que Cedric Gibbons
–el esposo de Dolores del Río (actriz de muchos de sus filmes)- era el encargado
de hacer la estatuilla y fue la mexicana la que convenció a ambos de que El
indio fuera la inspiración para dicho trabajo.
Otra muy famosa anécdota es
que el Papa Pío XII, luego de ver en el Festival Internacional de Cine de
Venecia filmes como La
perla, le ofreció un contrato de diez años para filmar películas
sobre la devoción católica, a lo que el indio le respondió: “Perdóneme, Su
Santidad, pero yo soy indio mexicano, de esos que no lograron conquistar los
españoles. Yo sigo creyendo en Huitzilopochtli, y de santos y milagros no
entiendo nada”.
Una
historia más tangible es que Emilio mandó hacer y bautizar una calle como Dulce Olivia
haciendo referencia al nombre de su amor platónico, la actriz Olivia de Havilland –quien
aparece en el célebre filme Lo que el
viento se llevó-. Así, la calle colindante a la mansión en
la que residió gran parte de su vida en el barrio colonial de Coyoacán recibió
el nombre de su amada, de lo que el mexicano decía orgulloso: “Cada alba
despierta tu nombre bajo mi ventana". Otros dicen que fue un capricho del
indio quien, desencantado de que Olivia estaba fuera de su alcance, mandó abrir
la calle para que al menos de ese modo la actriz siempre estuviera a sus pies.
Marilyn
hizo una visita a la casa de Emilio “El Indio” Fernández con quien se tomó un
tequila en el legendario y ahora olvidado Restaurante El Taquito, en la calle
del Carmen en el Centro Histórico, comieron gusanos de maguey y sopa de medula.
Sea
como sea, no cabe duda que entre múltiples historias y habladurías, el Indio
sigue siendo un personaje que retrata cabalmente varias características
esenciales del espíritu mexicano.
Si les interesa saber más
anécdotas, historias, colección de arte y la forma de vida del cineasta los
invito a que visiten la Monumental casa fuerte del Indio Fernández
construida por el famoso arquitecto Manuel Parra en Coyoacán. Los fines de
semana abren sus puertas y cuenta con visitas guiadas en ciertos horarios.
¿Por
qué el Indio vale la pena como director?
En un mundo en el que la globalización ha
afectado en cierta medida la identidad nacional, este director tenía un
verdadero sentimiento nacionalista, era un hombre que realmente amaba y
respetaba las costumbres e ideales mexicanos. Realizó filmes folkloristas que
defienden la historia de nuestra cultura y fortalece nuestra identidad nacional,
lo que creó un cine nuevo y 100% mexicano, desde sus actores, hasta sus paisajes, canciones,
etc. El Indio generó un cine autóctono que, además de fundarse en su raíz
mexicana, fue capaz de traspasar las fronteras del país y generar interés en
los extranjeros.
Emilio sentía una obligación muy grande de usar
el cine bien, pues creía que éste no sólo debía divertir, sino educar, criticar
y formar. El indio pensaba que tenía un compromiso enorme con él debido a su
gran fuerza educativa –que, en la época, no era aprovechada-. Bajo el manto de
ese ideal, él quería transmitir todo lo que sabía y entendía, recalcando que lo
único que él entendía y sabía era lo mexicano.
Debido a sus raíces y arraigo a la cultura
mexicana, el Indio tenía un pensamiento muy autóctono, consideraba que el cine
que él creaba realmente se sentía y que sus historias no podían ser
interpretadas de otra forma mas que como él las había pensado. Es por eso que
ni los rodajes podían ser en otras tierras, ni los personajes podían ser interpretados
por gente extranjera sino que tenían que ser encarnados por gente mexicana que
sintiera y entendiera realmente la mexicanidad -aspecto que él quería
transmitir a toda costa-. Por ello, su equipo de trabajo era totalmente nacional:
el escritor Mauricio Magdaleno, el inigualable e igualmente célebre fotógrafo Gabriel Figueroa; las bellísimas actrices
Dolores del Río, María Félix y Columba
Domínguez; y los actores Miguel Inclán y Pedro Armendáriz.
Los temas que retrata en sus obras son obscuros
y fuertes, mas son eventos que tenían lugar en México. Toca temáticas como la
discriminación a los indígenas, el machismo, la ignorancia, la pobreza, el analfabetismo,
las partes obscuras de la Revolución Mexicana y la incapacidad de los sistemas
coercitivos de brindar el orden y justicia requeridos por el turbulento país. Sin
embargo, también retrata poéticamente con la ayuda de Figueroa un México bello en paisajes
-¡lástima que sus películas son aún en blanco y negro!-; exalta sus flores, sus
escenarios naturales, su arquitectura y, sobre todo, la inigualable belleza de
sus habitantes.
En
resumidas cuentas, su cine tiene una estética muy particular que intenta
reflejar poéticamente lo que acontece en su país, exaltando tanto lo bello como
lo repudiable del mismo, reflejando las más bellas virtudes y los peores
vicios. Todo eso que el Indio retrata forma parte del mexicano y él logra
brindarle un toque que sobrepasó fronteras en su época y debe continuar
haciéndolo. Sus obras exhiben a la perfección tópicas que definen al mexicano,
desde el característico amor incondicional de una madre mexicana que lo da todo
por sus hijos, hasta la valentía del hombre mexicano que siempre debe responder
por su familia o su amada aunque esté su vida de por medio -¡a lo macho!-. No
cabe duda de que a lo macho fue como el Indio vivió su vida y proyectó la
mexicanidad en la industria cinematográfica. Como sólo él lo podía haber hecho.
Top de
las películas imperdibles del Indio Fernández
6.- La perla (1947)
Fue la primera película en lengua
hispanohablante en ser galardonada con un Globo de Oro. Relata cómo cambiabla
vida de un Buzo al encontrar en el fondo del mar una valiosa perla y cómo ésta
no resulta ser lo que él y su familia esperaban.
5.
Víctimas del Pecado (1951)
El film estuvo nominado a 2 premios Ariel
por mejor fotografía y mejor actuación infantil. Rosa es obligada por su
explotador amante Rodolfo a abandonar a su hijo hasta que Violeta, una
cabaretera, decide hacerse responsable del niño.
4.
Enamorada (1946)
Se dice que Martin Scorsese la seleccionó
para un homenaje que se le dedicó al Indio en el Festival Lumiere de Lyon. Situada
en la Revolución Mexicana, un grupo de revolucionarios entra a Cholula (Puebla)
para condenar a los más ricos de la localidad y todo se complica cuando el
general conoce a Beatriz Peñafiel, hija de uno de ellos.
3.
Pueblerina (1949)
Filme acreedor del Premio Ariel a la mejor
película. Trata de Aurelio quien, después de pasar 6 años en la cárcel, regresa
al pueblo donde nació para casarse con Paloma y comenzar una nueva vida juntos,
pero se les presentan algunas dificultades.
2.
Salón México (1949)
En esta película el Indio olvida por un
momento los paisajes pueblerinos para enfocarse en otra importante realidad
mexicana: sus barrios bajos y las injusticias que se viven dentro. La trama del
filme es que, para mantener los estudios de su hermana menor, Mercedes trabaja
por las noches en el Salón México bailando con los clientes.
1.
María Candelaria (1944)
Emilio ganó un
premio en el Festival de Cannes de 1946 por su trabajo con esta película.
Situada en Xochimilco, versa sobre María Candelaria quien es marginada por la
gente de su comunidad, salvo por Lorenzo que siempre ha estado enamorado de
ella y con quien hará todo lo posible para casarse.
[1]
https://www.youtube.com/watch?v=QjDNmSJBgNk&t=3793s
[3] https://www.la-prensa.com.mx/archivos/141819-el-lado-oscuro-de-el-indio-fernandez
[4] http://archivo.eluniversal.com.mx/espectaculos/76419.html
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